Con sorpresa he leído las declaraciones del Ministro de Defensa en La Tercera este fin de semana. Allamand, un político de prestigio, con un importante futuro y pasado político y a quien considero una figura prominente en la política nacional se confunde de roles y opina sobre temas internos de los países vecinos con una ligereza sorprendente.
De partida ningún ministro de Defensa de los países vecinos ha salido a comentar de los disturbios estudiantiles, de los cambios realizados por el presidente Piñera, su baja aprobación popular, entre otros múltiples temas de actualidad nacional.
Resulta por ende preocupante que el ministro de Defensa en Chile entre en terrenos que podrían ser apropiados para un consultor externo, un especialista o directamente un editorialista de medios.
Si bien los temas de relaciones internacionales están cada vez más vinculados con la Defensa, esto es principalmente por pasos positivos para la consolidación de mecanismos de confianza mutual, participación en misiones de paz e incluso colaboración para temas de desastres naturales u otras necesidades.
La Defensa debe alejarse de la contingencia y mucho más de la apertura de desconfianzas, heridas y grietas que acompañaran las relaciones entre países por múltiples años.
Preocupa aún más la afirmación del Ministro a párrafo seguido de su análisis político regional “tenemos que estar plenamente preparados con nuestra fuerza militar”.
La percepción generalizada de los vecinos (gobiernos y ciudadanos) es que Chile tiene una capacidad bélica sobredimensionada, que nada justifica los gastos en Defensa y que las inequidades geoestratégicas son evidentes.
¿Servirá que el Ministro reitere la condición de ser el mejor armado del barrio? Al contrario, estas declaraciones ponen bencina a un contexto complejo en los países vecinos donde se leen casi como bullying regional.
El ministro Allamand justamente reconociendo que el escenario regional está complicado, que los cambios en los países vecinos no son los mejores y que es representante de un gobierno con bajo apoyo ciudadano y alto reclamo y conflictividad social, debería ser el primero en proponer caminos de conversación, solución y desarrollo ideas de comunidad.
Limitarse en las declaraciones contingentes es un buen primer paso.
Una estrategia importante seria por ejemplo que el tema de la Haya lo resuelvan en el plano de las Cancillerías, que sean los ministros de Relaciones Internacionales los que se pronuncien, con su esperada delicadeza y sutileza diplomática a una solución que dejará disconformes en todos lados.
Entrarle por el lado de la Defensa podría ser el inicio de un debate poco productivo, distanciador y costoso para sociedades como las nuestras, la peruana y la chilena, que día a día estamos más preocupados por la inclusión social, por las inequidades de nuestros aún débiles desarrollos y la mejoría de la calidad de la educación y la salud.