La afluencia a las urnas de los italianos superó toda expectativa. Según los datos preliminares del Ministerio del Interior, ayer domingo y hoy lunes más del 57 por ciento de los electores votó en la consulta y más del 90 por ciento lo hizo apoyando las cuatro opciones “bautizadas” durante la campaña como las del Bien Común: dos de ellas para que el agua sea un bien público bajo la tutela del Estado, una por el rechazo a las plantas nucleares y la última por consolidar el principio de igual ante la ley de todos los ciudadanos, en contradicción con la norma del “Legitimo Impedimento” que consagraba privilegios de los gobernantes frente a los Tribunales.
El controvertido Primer Ministro, Silvio Berlusconi, terminó siendo arrollado por esta avalancha de votantes. El Premier perdió en toda las consultas contenidas en el referéndum y fue desoído en lo más importante, en su llamado a la abstención.
Con este resultado, el Gobierno que Berlusconi preside en alianza con los secesionistas de la Liga Norte recibe su segunda derrota en menos de un mes si consideramos los resultados de las elecciones municipales en las que las ciudades de Milán y Nápoles pasaron a manos de exponentes de la oposición junto a otros 30 municipios principales.
Los vencedores de la jornada son en primer lugar, los convocantes al referéndum, liderados por Italia de los Valores, el partido del ex juez Antonio di Pietro, y las organizaciones ambientalistas (Greenpeace y los Verdes).
También sonríen satisfechos los partidos de la oposición, el Democrático, que apoyó los cuatro “SÍ”, y el Tercer Polo, de la UDC de Casini y del Presidente de la Cámara, Fini, que llamó a votar y a rechazar la abstención proclamada por Berlusconi y su gran aliado, Umberto Bossi, líder de la Liga Norte.
El resultado satisface también a la Iglesia Católica que llamó a votar y apoyó expresamente el carácter de bien público del recurso hídrico. “El agua es un don de Dios, pertenece a todos”, proclamaron los obispos italianos.
Pero el gran triunfador de este episodio es sin lugar a dudas, el Presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien se irguió como el defensor de la institucionalidad y de los deberes ciudadanos, testimoniando con su ejemplo personal cuando a mediados de semana anunció: “Yo iré a votar.”
Ahora Berlusconi tendrá que sacar cuentas otra vez con sus aliados leguistas del Norte que ya se aburrieron de recibir “palizas” electorales, mientras toda la Italia política se prepara para el próximo 22 de junio, fecha en que ha sido programada la sesión parlamentaria de “Verificación” del apoyo o no de los legisladores al vapuleado gobernante italiano.