A una semana de que miles de jóvenes vieran cumplido su sueño de acceder a la educación superior, gracias a la nueva política de gratuidad implementada por el Gobierno, comienza lentamente a tomar forma uno de los más sentidos anhelos de los chilenos: disminuir las inequidades de nuestro sistema, ofreciendo más y mejores oportunidades de desarrollo a todos, independiente de los factores socioeconómicos.
Para la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), adherir al sistema de gratuidad siempre fue una decisión reflexionada al alero de su misión e identidad. Ingresar o no al sistema nunca fue puesto en duda y resultó siempre una exigencia de coherencia con su proyecto educativo, no fue una opción, sino que un deber de nuestra misión. Así lo entendió la comunidad universitaria, la cual hoy ve con orgullo que más del 55% de los estudiantes nuevos matriculados, han ingresado con gratuidad.
No podemos desconocer que adherir a esta medida implica proyectar un presupuesto menor de ingreso respecto de años anteriores, pero estamos convencidos que la gratuidad es una buena noticia y que ello supera cualquier dificultad que traiga asociada.
Sabemos que para mantener la calidad que hoy poseemos, expresada en la acreditación institucional y de cada carrera, habrá que ajustar el presupuesto generando mayores ingresos y reduciendo gastos, pero lo que nos importa es respetar nuestra identidad. Tendremos que ser creativos e innovadores, pero para ello somos las universidades.
La historia de nuestra institución, por lo demás, ha sido siempre la de una casa de estudios desafiada por una realidad exigente e incluso, a momentos, contraria a su identidad: nacemos como un espacio de libertad -como IPES Blas Cañas- en tiempo de dictadura y hemos vivido, por muchos años, como un espacio de auténtico servicio y equidad, como una institución sin fines de lucro, en una realidad de numerosas instituciones de educación superior movidas por los intereses financieros.
El alto flujo de postulaciones con gratuidad generadas los primeros días del proceso de admisión en las diversas universidades adheridas, denota un notable aumento de expectativas en torno a esta medida gubernamental y, por sobre todo, permite inferir que jóvenes hasta hoy postergados por el sistema de financiamiento de la educación superior, pueden ver realizados sus anhelos de continuidad de estudios y las aspiraciones familiares de movilidad social.
Esperamos que, de ahora en adelante, el diálogo en torno a las políticas públicas en educación no se siga agotando entre las universidades del CRUCH y que el dato del 55% de estudiantes con gratuidad permita visibilizar que existimos otras universidades, que poseemos una profunda vocación pública y que tenemos mucho que aportar para seguir avanzando en la senda de la equidad.