El valor que más relevan los sectores de la “centro” derecha política a la hora de hablar de la gratuidad o no de la educación, es la “libertad” que tendrían los ciudadanos para elegir qué educación quieren para sus hijos.
Sobre esto hay que decir que es una mentira y que por lo tanto nadie en Chile tiene esa libertad.
La única libertad que nos ofrece el actual sistema es la de elegir dónde postular a nuestros hijos, pero no tenemos la seguridad de ser aceptados, ya que los postulantes deben sortear el examen de admisión, que incluso se practica en algunos colegios municipales.Ahora, si somos aceptados, debemos revisar nuestras finanzas de manera de ver si podemos o no pagar los aranceles.
Entonces los únicos que se acercan a la mentada “libertad” son quienes tienen hijos intelectualmente capaces y el dinero suficiente para acceder a los mejores colegios. No conozco de estadísticas, pero supongo que el porcentaje de chilenos que cumplen con ambos requisitos requieren ser representados con al menos un par de ceros después de la coma.
Con esto se derrumba de plano el argumento de la “libertad de elección”.
Por otra parte, los sectores de “centro” Izquierda, ponen como valor fundamental el “derecho” que tendría todo ciudadano a recibir educación de calidad y por cierto, gratuita.
Esto supone al menos la eliminación de los exámenes de admisión en los establecimientos públicos, y por lo tanto la incorporación de algún sistema de llenado de vacantes de los establecimientos educacionales, pero que asegure la incorporación del postulante en otro colegio de iguales características, y ojalá cerca de la casa.
Lamentablemente esta última opción casi no existe, pues se ha reforzado en todos los sectores que la educación pagada es “mejor”, para lo cual se han inventado una serie de subsidios, desde la subvención escolar hasta rebajas de impuestos, profundizando con esto la segregación y descuidando al mismo tiempo la educación pública, a niveles en que la misma autoridad asume que el sistema público, que es el de su responsabilidad, es –casi por antonomasia- malo.
Suma total, ruina completa. Pues nadie tiene la “libertad” y al mismo tiempo se niega el “derecho”.
¿Podría alguna mente sana de nuestro país decirle a alguien que gana el sueldo mínimo, que tiene la “libertad” de elegir dónde educar a sus hijos?
¿Podrá el más adinerado ciudadano chileno asegurar que su hijo va a ser aceptado en el mejor y más caro colegio?
Para el primero, de regalo una cachetada. Y para el segundo el consejo de conseguir algún “pituto”.
Desde mi punto de vista, no siendo letrado en asuntos de educación escolar, y sólo basado en el sentido común (que al parecer es el menos común de los sentidos), la solución pasa por re-fundar un sistema de educación pública que asegure calidad e inclusión.
Que todos tengamos la posibilidad de ir al colegio de la esquina y que este sea tan bueno como el que mas (privado), y que si dentro de mis posibilidades financieras puedo solventar algún “valor agregado” (un idioma, creencias religiosas, “redes sociales”, etc.), recién entonces invertir dinero, pero con la seguridad de que de no poder hacerlo, estoy salvaguardado educacionalmente.
Ya es tiempo que el Estado sea más importante que los Gobiernos y por lo mismo que los Gobiernos entiendan que la Educación es un asunto de Estado.
No es entendible que cada Gobierno intente cambiar las cosas según sus creencias ideológicas a sabiendas que los resultados de políticas educacionales son de muy largo aliento. Tanto el Derecho como la Libertad son valores humanos a considerar, pero la mezquindad –también humana- enloda los actuares del que está administrando circunstancialmente los asuntos estatales.
De muestra un botón: la municipalización de la educación –hecha en tiempos de la dictadura- ve sus frutos recién en los últimos 15 años, con egresados mal preparados de las comunas pobres y medianamente bien preparados en las comunas ricas. Donde se evidencia la desigualdad, pues la capacidad financiera de la municipalidad está en directa relación con los resultados académicos, salvo honrosas excepciones.
Los gobiernos anteriores no hicieron nada (o no pudieron hacer algo) en aras a mejorar la educación pública. Y el actual gobierno propone medidas que profundizan la segregación y las desigualdades, propios de la sociedad decimonónica con los que se fundaron los principios de la patria.
Al final de estas líneas, me parece que en la contienda Libertad v/s Derecho, gana por mucho el Derecho, pues este es para todos, mientras que la Libertad es para muy pocos.Una reflexión final.
Todo el sistema de enseñanza es tan malo que hasta los alumnos de los más caros colegios asisten a pre-universitarios (internos y/o externos) para de alguna manera asegurar su ingreso a la educación superior. O sea, que al parecer ni el mejor colegio entrega la educación suficiente.Entonces, ¿qué posibilidades tiene un estudiante que siendo capaz y pobre, no fue beneficiado con una BUENA educación?.
Algo no funciona en nuestro país.