Hace algunos días tuve la suerte de ser invitado a un Seminario organizado por la Unión Social de Empresarios Cristianos, USEC, una corporación sin fines de lucro, compuesta por una red de líderes de empresa caracterizados por su preocupación por el hombre y su dignidad para generar progreso y crecimiento.
A la ocasión, fueron invitados dos expositores internacionales que lideran los pensamientos de la Iglesia Católica con respecto al mundo de la empresa.
Uno de ellos, fue Peter Turkson, Cardenal africano y miembro de la curia, quien se refirió principalmente a la vocación empresarial y a la advertencia sobre la fe religiosa y el comportamiento en los negocios, es decir, entre la prédica y la acción.
Durante sus palabras, el cardenal explicó que la transformación de bienes y servicios es la oportunidad que entrega Dios a los seres humanos, indicando que ellos son sólo administradores de estos, no sus dueños, afirmando que la relación que debe haber en una empresa con los trabajadores debe radicar en buscar la dignidad de ellos ante todo y no en tener utilidades a costa de ellos. Asimismo, sostuvo que la propiedad privada y su utilización deben perseguir un bien común y no uno propio.
Pese a que este no es un tema del que se acostumbra a debatir, el salón en donde se realizó la actividad estaba completamente lleno, hecho que no dejó de llamar mi atención, puesto que era el reflejo de la inquietud que existe frente a un tema que no se toca de manera habitual.
Si bien yo no me incluyo dentro del grupo de empresarios cristianos, me es de gran interés conocer el pensamiento moderno de lo que puede ser la participación de los creyentes en el mundo empresarial. Esto, considerando que actualmente existen diversos temas de discusión – reforma tributaria y reforma laboral- que son transversales a las posturas religiosas, pues no necesariamente hay que ser católico para hacer valer la dignidad de un trabajador.
De acuerdo a lo planteado, me gustaría compartir dos reflexiones que fueron resultado de este Seminario y creo enriquecen el debate al interior del mundo empresarial independiente de las creencias de cada uno de nosotros
El Cardenal Turkson, manifestó certeramente que las empresas no deben pensar ni por un momento que tener una mano de obra más barata es sinónimo de poseer una ventaja competitiva en su interior, idea con la que concuerdo bastante, puesto es una medida un tanto indigna por parte de quienes la ejecutan.
Otro punto que quiero destacar, es el hecho de que algunos consideran que los despidos o la baja de remuneraciones, es una variable de ajuste en períodos de crisis para buscar el equilibrio económico.Si no me equivoco, esto se aleja bastante de lo que desprendí de las palabras del Cardenal, puesto que para un empresario cristiano esta idea se aleja totalmente de sus prácticas, pues para ellos, el crecimiento está de la mano con la honra de quienes forman parte de su empresa.
A veces no basta con persignarse o asistir a misa para creer que por eso se está obrando bien, pero pese a que muchos no somos católicos, hay algo en ciertas doctrinas de las que podemos aprender.
Por lo mismo, propongo que nuestro factor común con las ideas cristianas recaiga simplemente en compartir la visión de que el crecimiento de nuestras empresas debe ir ligado al trato digno de nuestros trabajadores, pues para eso, no es necesario rezar un Padre Nuestro.