02 feb 2013

Charcha

Dícese del objeto o condición de mala calidad, mediocre o a mal traer, según un “diccionario de modismos chilenos,” que de por sí es bastante charcha y lleno de faltas de ortografía. Proviene de “chalcha,” término con que en Chile se llamaba la acumulación de grasa en el vientre de los animales y en Honduras denomina la carnosidad que cuelga debajo de la garganta de gallos y gallinas.

Fea y ordinaria la palabreja, pero parece apropiada para calificar la apreciación de la “elite” chilena y los medios que la representan – no así del Gobierno -, acerca de las recientes cumbres de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, CELAC y la Unión Europea, celebradas en Santiago en enero del 2013.

“Es la mayor cita internacional de gobernantes jamás realizada en nuestro país,” como reconoce un editorial de El Mercurio del 24 de enero.Recibió más de 29 mil menciones en la prensa mundial, de lejos el tópico relacionado con Chile que concitó mayor interés, el doble que el rally Dakar, por ejemplo, según El Mercurio del 1 de febrero del 2013.

Sin embargo, en el más influyente diario de Chile, el CELAC obtuvo sólo 479 menciones (349 el 2013), entre febrero del 2012 y febrero del 2013. Menos cobertura que el tenista Nadal, la selección “sub 20,” el entrenador de la selección adulta, Sampaoli o el rally Dakar, por ejemplo, que fueron mencionados 515 veces (166 el 2013), 665 veces (302 el 2013), 1.656 veces (159 el 2013) y 569 veces (260 el 2013), respectivamente, en el mismo período, por el mismo diario.

Para rematarla, una cuarta parte de la cobertura local se relacionó con los tópicos favoritos de la derecha chilena: de las noticias que mencionan el CELAC, 76 estuvieron relacionadas con la campaña UDI referida al crimen de Jaime Guzmán y con los disidentes cubanos y 49 con la enfermedad del Presidente Chávez.

Los opinólogos oficiales del suplemento reportajes del diario, uno de los cuales es un conocido rector universitario, dedicaron sus columnas del domingo en que se reunía el CELAC, a los DD.HH. en Cuba. El Presidente de la Democracia Cristiana declaró que el hecho que el Presidente Castro asumiera la presidencia del organismo era “una hipocresía.”

En el colmo de la frivolidad, un periodista del mismo diario dedicó parte de una entrevista al Presidente de Colombia, a una popular serial de televisión dedicada a un narcotraficante.

Muy diferente es la apreciación del Presidente del Uruguay, José Mujica, que en una intervención notable sintetizó bien el enorme significado del encuentro:

“Este clima que estamos viviendo – dijo Mujica – de gente que piensa muy distinto, y sin embargo, se da cuenta que tenemos que andar juntos, nunca se vio en la historia de nuestra América. No es sólo asunto nuestro. Las personas como Chávez y Fidel y Lula, que han impulsado esta iniciativa, poderosos intelectuales que han impulsado la integración, Simón Bolívar, tantos otros, esa cultura importa. Pero creo que es una consecuencia de la época que nos toca vivir. Los hombres somos funcionales al tiempo y al desarrollo y al impacto colosal de las fuerzas productivas que están transformando este mundo. Somos un tercio del PIB mundial, se dice, sí, pero tenemos sesenta y pico de gobiernos, mientras hay otro tercio que está emergiendo en Oriente, que tiene unidad de comando. El mundo se está organizando en gigantescas unidades y creo que eso anuncia, más adelante, un grado de unidad del mundo que no podemos ni siquiera soñar los hijos del Estado nacional. Creo que esto responde a una colectiva y creciente adaptación a lo que ocurre. No nos reunimos sólo por Bolívar y por Martí. Nos está impulsando el susto, la necesidad de defendernos. Todos instintivamente tenemos conciencia de que para ser fuertes nos tenemos que juntar y para que nuestro derechos pesen necesitamos andar juntos y que cuanto más nos dividamos más débiles vamos a ser y más gobernados desde afuera. El rescate de nuestros propios intereses nos está obligando a pasar por encima de nuestras diferencias. Esto no se dio en la historia de nuestra América y esto no pasa porque no está entre nosotros el patrón del Norte, sucede porque estamos empezando a ser patrones de nosotros mismos y estamos intentando agarrar fuerzas para construir un diálogo de igual a igual, con cualquiera en el mundo.”

En efecto, fuerzas muy poderosas están impulsando por abajo la integración regional: el comercio, las inversiones, la integración vial y energética, las migraciones.

Está naciendo un mercado regional, pero no puede existir un mercado sin instituciones estatales que lo regulen y protejan. Recién hace dos siglos nacieron los Estados nacionales, al mismo tiempo que los mercados nacionales. Los primeros se construyeron para conformar los segundos. Existe un tamaño mínimo para estos espacios de libre circulación estable de mercancías, dinero y personas: aquel del Estado-mercado dominante en cada época.

El Reino Unido determinó el tamaño de los Estados-mercados del siglo 19 y los EE.UU. los del siglo 20, forzando la integración de los viejas naciones de Europa. Los EE.UU, la Unión Europea, China e India, están determinando el tamaño de los Estados-mercados del siglo 21. Si el segundo de ellos aparece hoy apadrinando la integración latinomericana, es porque entiende que sus perspectivas de influencia en la región serían mucho mejores que con pequeños satélites de los EE.UU.

Esas son las verdaderas “ligas mayores” y para competir de igual a igual, no cabe a los Latinoamericanos otro camino que integrarse crecientemente, lo cual significa crear instituciones estatales supranacionales de soberanía compartida.

No hay otro camino. La utopía Neoliberal de la circulación sin trabas no es más que un bello sueño. El mito neoliberal de la globalización pareció funcionar para las mercancías, pero sólo hasta que llegó la crisis.

En cuanto a las personas, basta preguntar a los mexicanos. Lo único que se globalizó de verdad fue el dinero, para beneficio de los especuladores financieros, los grandes padrinos de los Neoliberales. Ellos y los grandes rentistas -que no requieren protección estatal porque están sentados encima del monopolio del recurso que se han apropiado-, son los únicos beneficiados y los principales impulsores del mito de la globalización y desaparición del Estado.

El mercado mundial no es posible mientras no se construya un Estado mundial y para eso falta mucho. Mientras tanto, el único camino realista es trabajar con perseverancia en la construcción de una América Latina integrada.

Al oponerse a dicho camino, despreciando la región y privilegiando el camino de los tratados de libre comercio con medio mundo, la orientación neoliberal en los hechos ha venido siguiendo los lineamientos del “gran patrón del Norte,” que siempre ha buscado dividir para reinar.

En cambio, apuntan en la dirección correcta las iniciativas de integración regional, que porfiadamente han venido avanzando, trabajosamente lento, con tantos avances como retrocesos, pero cada vez más rápido, a lo largo de medio siglo.

La reunión del CELAC en Santiago representa quizás uno de sus hitos más importantes, hasta el momento.

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