La asignación de privilegios de explotación de recursos pesqueros ha sido la solución que discurrieron los economistas, a mediados del siglo pasado, para evitar la carrera por pescar. Este sistema asegura una cuota a cada participante en una determinada pesquería para que no tenga que competir en la llamada “carrera olímpica” o “derby”, lo que le permite, en teoría, pescarla en la forma más eficiente posible.
La entrega de cuotas individuales de pesca, o privilegios de explotación, fue implementada en Chile el 2001 para el sector industrial en lo que se llamó Límites Máximos de Captura por Armador, produciendo una fuerte concentración del sector pesquero nacional.
Este sistema vence el presente año, lo que ha desatado una verdadera batalla campal entre quienes desean este privilegio exclusivo a perpetuidad (¡quién no!) y quienes exigen la posibilidad de acceder a la pesca vía licitación transparente de cuotas de pesca.
Sin embargo, la asignación de esas cuotas no es un problema sólo en Chile. La entrega perpetua de las cuotas a sólo un grupo de individuos ha generado serios problemas, como lo es por ejemplo la formación de Carteles pesqueros.
En la presente columna traigo a la realidad chilena el resultado de la entrega a perpetuidad de cuotas en el Reino Unido en el artículo publicado por David Sanderson en el periódico Times hace algunos meses, titulado “Mystery cartels who control Price of British’caught fish” (http://blog.through-the-gaps.co.uk/2012/02/slipper-skippers-mystery-cartels-who.html ).
En el Reino Unido, a mediados de la década del 90, se estableció un sistema que otorgó cuotas individuales perpetuas, similar al sistema que hoy propone para Chile el Ministro Longueira en el proyecto que se discute en la Cámara de Diputados; es decir, cuotas de pesca asignadas sólo a quienes en ese momento estaban pescando, sin costo real, y además, con gran transferibilidad.
Sanderson señala que el sistema británico está lleno de vicios que no fueron previstos cuando se entregaron las cuotas, lo que terminó con la pérdida del control total del Estado sobre quién es el verdadero dueño de los recursos pesqueros, además de privar a los reales pescadores del derecho de acceder a las cuotas de pesca.
Luego de 20 años de aplicación de la norma, en el Parlamento Británico se están generando múltiples preguntas en vista de las enormes anomalías que se observan en el mercado de cuotas como lo son:
- Arriendos de cuotas a altísimo precio, 2.500 libras esterlinas (aproximadamente 2 millones de pesos) por una tonelada de cod o bacalao.
- Muy altos precios del pescado para consumidores y procesadores pequeños (versión europea de las pymes pesqueras).
- Imposibilidad de acceder a la actividad para los pequeños operadores (equivalentes a los artesanales en Chile) por falta de permiso de pesca.
- Y gran dificultad legal para el Gobierno al tratar de recuperar esas cuotas de pesca y administrarlas en distinta forma.
Los beneficiados con las cuotas, ahora rentistas de la pesca agrupados en organizaciones parecidas a lo que sería Sonapesca o Asipes en nuestro país, están felices y en muchos casos ni siquiera pescan, sino que se benefician del arriendo de las cuotas.
Mientras, los pequeños pescadores son denegados del derecho a pescar. Esto no termina ahí, la perpetuidad y transferibilidad de esas cuotas ha permitido que muchas veces estas lleguen a manos de fondos de inversión, equipos de fútbol, o bien dueños en el extranjero llamados “barones de las cuotas”, que la única vez que tienen contacto con el pescado es cuando lo consumen en algún restaurant a precios prohibitivos para el resto de los ciudadanos.
Volviendo al caso chileno, y basado en la evidencia empírica internacional de lo ocurrido tanto en el Reino Unido como también en Islandia (como lo he descrito en mis columnas anteriores), es por lo menos cuestionable la decisión del Tribunal de Libre Competencia que descartó como superfluo el argumento que precisamente ésta sería la consecuencia de otorgar cuotas permanentes, o de largo plazo por gracia, en lugar de subastarlas periódicamente manteniendo la propiedad de las cuotas en el Estado.
Contrario a lo que ocurre en el Parlamento Británico después de la mala experiencia que han vivido, en la discusión de la Ley de Pesca en Chile, los parlamentarios de derecha, principalmente de la UDI – quienes se dicen partidarios del Libre Mercado, del pequeño empresario, de la oportunidad para todo ciudadano de ser empresario y dejar atrás la condición de proletario -parece no importarles establecer barreras infranqueables para que sus propios principios se hagan inviables, mediante el monopolio o el oligopolio en el sector pesquero.
En esto, además, desconocen los mismos principios de la economía moderna enunciados por la Escuela de Viena y adoptados por su fundador, Jaime Guzmán, que se basan en el comportamiento del ser humano en libertad. Pareciera que en este caso hay algunas cosas más importantes que los principios.
Por su parte algunos parlamentarios en la llamada “centro izquierda”, que dicen proteger a la sociedad de la rapiña de los ricos, también propician hacer este regalo a unos cuantos ricohombres. Es decir, están renunciando para siempre a los derechos de pesca que nos pertenecen como comunidad. Aquí también pareciera que hay algunas cosas más importantes que los principios.
Incomprensible, salvo por la postura de ciertos dirigentes, es la actitud de algunas agrupaciones gremiales de pescadores artesanales quienes están firmando tranquilamente la sentencia de muerte de sus asociados en acuerdos miopes que sólo les generan beneficios personales en el corto plazo.
Lo anterior quedó documentado en la vergonzosa “mesa pesquera” del Ministro Longueira, entre dirigentes artesanales e industriales, la cual el ministro formó con el preciso objetivo de generar un “consenso” vía una transacción económica entre los actores.
Finalmente, debo destacar a algunos, pocos, seres correctos en su actuar, que viven y trabajan en las Islas Falkland del Reino Unido.
Ellos decidieron enmendar el error de la asignación de cuotas perpetuas, utilizando como método de asignación la licitación de cuotas de pesca por períodos de tiempo, lo que ha evitado los problemas de la asignación a dedo y, lo que además, ha permitido recaudar parte de la renta de los recursos pesqueros de las islas.