Debieron pasar más de cuatro años para que la Alianza, y muchos dirigentes de la Concertación se dieran cuenta del inmenso, casi inconmensurable, impacto que la construcción del mega mall Costanera Center tendrá en la vida de los habitantes de Santiago.
El “sueño” del que hasta ahora era el símbolo del “emprendimiento”, el “icono” del que “empezando desde abajo”, alcanza la cima, el poder y la gloria del mundo capitalista, empieza a convertirse en una pesadilla para Piñera y sus ministros, que ven en esa obra, “un nuevo Transantiago” y empiezan rápidamente a desmarcarse de este empresario “inconsciente” que no tiene responsabilidad social empresarial (RSE).
El oportunismo de los políticos de la Alianza no puede ser mayor, como es habitual en el oportunismo político de la derecha, se quema rápidamente lo que ayer se adoraba, el candidato Golborne, porque ya dejó de ser ministro y se puso pintura de guerra hasta para con sus aliados, llama a no hacer tanto escándalo, intentando minimizar una “obra” de la cual fue uno de sus principales artífices cuando aspiraba a suceder a Paulmann.
Otros ministros intentan desligar responsabilidades arguyendo que la obra fue autorizada en el gobierno de Bachelet .¿Alguno de ellos se opuso a esa decisión?
Sin embargo, a pesar de que los principales perjudicados de esta “Torre Eiffel de Chile” como intentara bautizar su progenitor al “choclo” de Sanhatan (como ha sido denominado por distinguidos arquitectos y urbanistas), los ciudadanos de a pie, no podemos dejar pasar el inmenso impacto negativo para la economía del país y para el funcionamiento de la “competencia perfecta” que en los mercados implicará este capricho del señor Paulmann.
Sabido es que, cada mall que se instala implica la quiebra de centenas de pequeños comerciantes, pero no solo eso, significa también que muchas pequeñas y medianas empresas que producen productos de consumo masivo, deben, para no desaparecer, arrendar locales en condiciones leoninas a las inmobiliarias propietarias de estos malles, principalmente los grupos Plaza (Falabella), Cencosud (Paulmann), y Ripley (familia Calderón).
Estos malles, tienen tiendas anclas que venden dinero (muy caro) a través de sus tarjetas de crédito, restando poder adquisitivo a los trabajadores que podrían comprar al pequeño comercio si no tuvieran que vivir pagando intereses, gastos de administración y capital de los créditos que les “otorgan” estos magnánimos empresarios que generosamente “les posibilitan el consumo” en palabras de los ultra liberales que defienden este modelo económico
Pero los costos para las pymes no terminan ahí, además del desaparecimiento de cientos de pequeños comercios, del traspaso de recursos vía arriendo carísimos de pequeñas y medianos empresas hacia los malles, del traspaso de riqueza desde los trabajadores al mundo financiero por el uso del dinero plástico, debemos agregar la continuación del deterioro de la industria nacional, toda vez que es conocido el creciente interés de las grandes tiendas de priorizar la comercialización de productos importados principalmente de mercados asiáticos.
Todas las grandes cadena están ya instaladas en dichos mercados con importantes poderes de compra.
Entonces, además de perjudicar a la industria nacional, los productos importados entran libremente, sin aranceles, sin controles de calidad, sin respetar prácticas comerciales mínimamente decentes, la importación masiva de productos desde Asia significa un ingente traspaso de recursos desde Chile al exterior.
¿De qué sirve la actual reformita tributaria u otra que se les ocurra a los gobernantes de turno si seguimos entregando nuestras divisas a los gigantes del Asia?
Cada nueva industria manufacturera que cierra significa cesantía, mayor dependencia de productos extranjeros, menos mercado para las pymes chilenas.
Debemos aprender la lección, no mas mega malles como éste y el de Plaza Egaña, no mas cadenas de supermercados en la ciudad; deben emplazarse en la periferia para no seguir dañando al exiguo comercio detallista existente.
Señores gobernantes, escuchen a las pymes que generando el 80% del empleo del país, reciben menos del 15 % del PIB, escuchen a la gente de la calle, escuchen a los ciudadanos de a pie.