Hace unos días apareció una carta de un abogado -como parte de la estrategia comunicacional de la gran industria para apropiarse de las cuotas de pesca del país para siempre- titulada “Mitos sobre la ley de pesca”. En la carta en cuestión tratan de convertir en mitos hechos irrefutables que cualquier ciudadano puede comprobar.
Como dice un amigo muy cercano “si uno tira barro a la pared (no dice exactamente barro) algo se quedara pegado” por lo que creo necesario limpiar o explicar que hay detrás de esos pseudo-mitos.
Es un hecho innegable que el Estado ha regalado las cuotas a siete familias. En efecto, dentro de poco, serán tres grupos y en algún momento será sólo uno, como ocurrió en el Norte de Chile.
En el caso de la merluza de tres aletas, la cuota total (sin participación artesanal) fue asignada a una sola empresa, de capitales japoneses, a la cual primero se le entregó una “pesca de investigación” para extraer exclusivamente este recurso y luego se le asignó en base a “su historia”.
Otro ejemplo es la cuota industrial de merluza austral, la que fue asignada a tres empresas, dos de ellas extranjeras y una de capital chileno. Claro está, que de aprobarse el proyecto de ley como está, estas asignaciones se perpetuarán dejando a estas empresas dueñas de los recursos pesqueros de la Nación.
Seguramente el lector se preguntará ¿Por qué hay un proyecto de ley que quiere entregar perpetuamente los recursos pesqueros a privados? Bueno, porque la influencia de la gran industria pesquera es tal que tiene al ministro de Economía, Pablo Longueira, empujando esta iniciativa. Ahora ¿por qué él lo hace…? lo dejo a la imaginación del lector.
También es necesario aclarar cuando hablan de que los recursos pesqueros no se los regalan porque pagan patentes. Es cierto que la industria paga una patente pesquera para poder operar sus buques, con o sin cuota, pero este pago no está relacionado con la cantidad de cuotas de pesca que les son asignadas, lo que claramente demuestra que no es un mito decir que efectivamente las cuotas de pesca son un regalo.
Tratando de desviar la atención, y mostrarse como el hermano pobre, la industria pesquera da una interpretación torcida a la gravitación de la pesca artesanal en la captura pesquera total.
Si hoy el sector artesanal ha llegado a capturar más pesca que la industria, es porque estos últimos han sobreexplotado los recursos donde tienen mayor participación en la asignación de cuotas, es decir jurel, merluza común y merluza de cola, entre otros.
Tampoco es un mito que la mejor manera de asignar los recursos es con una licitación; es la práctica normal de la economía moderna en la asignación de bienes naturales. Es más, las empresas de comunicación contratadas por la gran industria no dicen la verdad cuando señalan que ningún país ha licitado las cuotas pesqueras de recursos en explotación.
Nueva Zelanda implementó licitaciones en 2005 y no sólo a nuevas pesquerías; Estados Unidos partió con una pesquería el siglo pasado y hoy la está aplicando en varias otras, incluso teniendo que comprar cuotas que fueron asignadas a perpetuidad a privados en el pasado para poder licitarlas y permitir el ingreso de nuevos actores.
En el manejo pesquero moderno, la licitación periódica de las cuotas de pesca es considerada como el paso necesario -sobre todo cuando existen mercados oligopólicos como el chileno- las cuales, sin duda, deben tener límites a la concentración.
Además, según la FAO, las licitaciones de cuotas “son el mejor mecanismo para recaudar parte de las rentas para el Estado”, a lo que se debe sumar que, al tener duración definida, son la vía para que el Estado no pierda la propiedad de los recursos.
La asignación de las cuotas de pesca gratuitas a perpetuidad, ha demostrado ser un error y es por eso que países como Islandia e Inglaterra están buscando la forma de recuperar las pesquerías. En estos países, hoy en día, nadie sabe quién es el verdadero dueño de los recursos pesqueros, porque quienes las adquirieron en forma gratuita, las vendieron a quienes quisieron. (1).
Por otra parte, y ahora abordando el problema de acceso a los productos de la pesca para los consumidores, un importante componente en el aumento de precios y la escasez de los pescados es la sobreexplotación a la que han llevado los recursos quienes han tenido las cuotas gratuitas durante más de una década.
Ellos tienen un sistema de influencias bien “aceitado” que ha permitido que se entreguen cuotas muy por sobre lo recomendado por los científicos, lo que ha resultado en la crisis de las pesquerías en la cual nos encontramos. En resumen, lo que no cuesta no se valora.
De existir licitación, de al menos parte de las cuotas de pesca, permitiría que quienes pesquen paguen el valor de mercado por los recursos del país y, al valorar los recursos, buscarían la sustentabilidad de su inversión, lo que se traduce en sustentabilidad de los recursos.
Finalmente, ¿a quién beneficia la licitación de las cuotas de pesca? a todos menos a quienes quieren que les continúen regalando las cuotas en forma exclusiva. Lo de las empresas extranjeras que se van a llevar todo es un argumento añejo y que a estas alturas nadie cree.
Por una parte, la ley de navegación no permite barcos de bandera extranjera pescando en aguas nacionales, y por otra, ya hay varias pesquerías con capitales extranjeros y eso se perpetuará si no hay licitación.
Ahora, si lo que defiende la gran industria pesquera es que los recursos sean entregados en forma gratuita para que luego ellos, “los elegidos”, y no el Estado, reciban la parte de las rentas de los recursos pesqueros, se entiende la campaña que han desarrollado en contra de la licitación o subasta de cuotas de pesca.
(1)(http://dev.seafoodnews.com/Sub/NewsStory.aspx?StoryId=860816&TopicId=33307