Recesión debe ser una de las palabras más usadas hoy en día por los medios de comunicación, y cómo no, si países que parecían inmunes hoy son sus víctimas.
Sin embargo, en Chile observamos estos decaimientos económicos casi como si fueran de otro planeta, pero, así como la juventud no es eterna, la buena salud en la economía tampoco.
Grecia, luego Italia y ahora España, son para fortuna nuestra, países de los que no dependemos en gran medida, pero no olvidemos el conocido efecto dominó. Es más, el FMI ya aseguró que el crecimiento de China se verá afectado por las caídas de países del viejo continente, razón suficiente para no dudar de sus consecuencias y daños en nuestro lejano país.
Si a los impactos colaterales del difícil escenario europeo, sumamos las restricciones que nos imponen países vecinos como Argentina, y a esto le agregamos además, una baja del precio del dólar, al menos deberíamos estar ya en un estado de alerta. Estos tres factores ponen en riesgo nuestra salud económica, el producto nacional y el desarrollo de la empresa que sale, o que quiere salir al mundo.
Y ojo, que las crisis económicas no vienen solas, sino que están acompañadas de demandas y exigencias sociales que son instaladas en la agenda ciudadana, a través de las cada vez más usadas, redes sociales.
Pero las solicitudes no sólo residen en la red, sino que también son llevadas a la calle por medio de marchas, tomas e interrupciones de caminos. Indignados se han denominado y ya son miles en el mundo.
Chile no está ajeno a la aparición de estos movimientos. Es así como el 2011 estuvo marcado por la aparición de diversos grupos sociales que exigían calidad y gratuidad en la educación, alternativas a las construcciones de represas y termoeléctricas, etc., y este año la modalidad se mantiene.
Ya estalló la población de Aysén y sus alrededores, que reclaman por un alto costo de la vida y, los estudiantes ya anunciaron marcha para la primera quincena de marzo reivindicando sus demandas del año anterior.
Por su parte, el norte se prepara con movimientos en la ciudad de Calama, lo que demuestra que no es necesario tener una bola de cristal para anticipar un mes de marzo enrarecido y convulsionado.
Es hora de que las Autoridades identifiquen desde ya los problemas de la ciudadanía y busquen soluciones conjuntas antes de que el estallido social deje mayores pérdidas y daños en la imagen nacional.
Basta de políticas cortoplacistas que resuelven momentáneamente las demandas de las personas, nuestro país necesita urgente de medidas como la reforma tributaria, que impulsen una mayor justicia tributaria entre los pequeños y grandes empresarios, para que la población comience a sentirse parte de ese Chile que avanza en aras del desarrollo.
Aprendamos del pasado, busquemos soluciones para atacar la enfermedad desde su origen y no una vez declarada. No nos demos el lujo de llegar al punto más crítico de la enfermedad.
Los costos son más altos y perjudiciales para todos y quienes sufren los mayores perjuicios, son como siempre los más débiles. Si no estamos inmunes, demos desde ya un paso hacia la prevención.