El uno por ciento más rico no responde las encuestas de hogares, cuyos quintiles y deciles sólo miden la distribución de ingresos entre el 99 por ciento restante.
El total de ingresos de los 16,6 millones de personas que registra la CASEN suman menos del 45 por ciento del producto interno bruto (PIB), incluyendo la masa total de salarios registrada por las AFP, que representa alrededor de un cuarto del PIB.
¿Quién se queda con el grueso del resto? ¡Respuesta correcta!
El uno por ciento más rico se queda a lo menos con el treinta por ciento de los ingresos en Chile, incluyendo las ganancias de sólo diez empresas del cobre que equivalen a un 8 por ciento del PIB.
Por este motivo, todo el gasto público social es redistributivo, incluido el que va a parar al quintil más acomodado. Transfiere ingresos desde el 1 por ciento más rico al 99 por ciento restante, por eso los primeros despotrican que es “inequitativo.”
Esta nueva conceptualización de la distribución del ingreso empezó a imponerse tras el clásico estudio del 2009 de Picketty y Sáez, que a partir de datos del servicio de impuestos estadounidense demostró que el uno por ciento más rico había llegado a apropiarse un cuarto del ingreso total y que dicha proporción se había más que duplicado en las últimas décadas.
Un estudio recién publicado por la oficina del presupuesto del Congreso de los EE.UU. viene a confirmarlo con datos impactantes.
Los ingresos después de impuestos del uno por ciento más rico crecieron 271 por ciento entre 1979 y 2007.
Los de los otros en el quintil de mayores ingresos (desde el percentil 81 al percentil 99) los aumentaron en un 65 por ciento en el mismo período, bastante más que el 80 por ciento restante de la población, pero muchísimo menos que el uno por ciento más rico.
El sesenta por ciento del medio en la escala de ingresos (desde el percentil 21 al 80) aumentó los suyos en un 40 por ciento y los del veinte por ciento más pobre apenas en un 18 por ciento, entre 1979 y 2007.
Como resultado de este crecimiento desigual de los ingresos después de impuestos, la sociedad estadounidense era sustancialmente más inequitativa el 2007 que en 1979.
El motivo principal fue la mayor concentración de ingresos antes de impuestos en el quintil más acomodado, que subió de un 50 por ciento a un 60 por ciento del total al tiempo que bajaba la participación de todos los otros quintiles.
Ello se explica a su vez principalmente por las mayores ganancias de capital, es decir, aquellas derivadas de la compra y venta de activos, principalmente acciones y otros instrumentos financieros, acompañadas de una disminución relativa de los ingresos del trabajo y dividendos.
Sin embargo, el estudio constata que la verdadera razón del aumento de la desigualdad fue el incremento de ingresos del uno por ciento más rico, que subió su participación del 10 por ciento al 20 por ciento del ingreso total entre 1979 y 2007.
Lo lograron a costa de una disminución en la participación de todo el resto, incluidos los demás miembros del quintil de mayores ingresos.
Los impuestos y transferencias del Estado corrigen en parte lo anterior puesto que ambas son progresivas en los EE.UU., es decir, gravan más a los más ricos y transfieren más a los más pobres, pero no logran cambiar el cuadro global.
De este modo, los ingresos después de impuestos y transferencias del quintil más acomodado subió de 43 por ciento a 53 por ciento del total entre 1979 y 2007, pero ello se debe a que dicha medida del ingreso del uno por ciento más rico más que se duplicó, pasando de 8 por ciento a 17 por ciento del total, en el mismo período.
¡De te fábula narratur!