A diario nos vemos enfrentados a noticias que nos impactan por su crudeza, sensibilidad o sorpresa, pero aquellas que nos influyen directamente como lo fue hace algunos años el caso Corfo Inverlink, la Financiera Eurolatina y hace algunos días, el de La Polar, definitivamente nos hace perder la Confianza.
Y es que la confianza no es algo que se compre en el supermercado o en la Bolsa de Comercio. Es un bien intangible que se gana con el tiempo y el paso de los años.
Una de las cosas que más me he preocupado de transmitir a las audiencias de las diversas charlas que realizo, es justamente el tema de la confianza. Incluso les he pedido que hagan el ejercicio de tomar una hoja, arrugarla y luego estirarla, donde la moraleja es clara. “Por más que la estiren nunca volverá a quedar como era originalmente”…lo mismo ocurre con la confianza.
Pero nos encontramos con dos tipos de pérdida de confianza. Una es provocada su propio protagonista, como ocurre con La Polar, y otra la que generamos nosotros mismos hacia terceras personas (también llamada difamación), sin mayores argumentos y cuyo daño es inmedible.
De hecho, un ejemplo real que se me viene a la mente, a raíz de la entrevista que fue publicada la semana pasada al padre Felipe Berríos, han sido los rumores que le han inventado a raíz de su partida a África, los cuales no creo que valgan la pena volver a repetirlos, pero sí denunciar el daño gratuito que ha causado en su imagen el haber optado hacer una tan hermosa labor fuera de nuestro país.
Volviendo al caso La Polar, nos encontramos que la mala decisión de algunos ejecutivos ha dañado la credibilidad de toda una empresa, sus trabajadores, los rostros publicitarios y la gente que creyó en ellos.
Sin embargo, sólo algunos son culpables y bajo este concepto, a fin de no difamar ni castigar a justos por pecadores, lo mejor es no arriesgarse a juzgar, porque todos podemos cometer errores…de manera que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
De cara a lo anterior, hay una lección que instituciones sociales, económicas, autoridades públicas y privadas y empresarios, debemos poner en práctica ante la opinión pública, la gente que nos rodea e incluso nuestra familia.
Debemos obrar bien y de buena fe, para mantener viva la confianza.
¡Porque la Mujer del César no Sólo debe Ser…Sino que También Parecer!