Se celebran los 50 años de la obtención del tercer lugar de la Copa del Mundo de fútbol por el que Pelé ha considerado el mejor equipo de la historia de Chile hasta el día de hoy.
A los homenajes, merecidos y que hablan bien de una comunidad deportiva que reconoce a estos campeones, se suman otras reflexiones que salen a cuenta cuando miramos la historia de nuestro fútbol y, en especial, de nuestros futbolistas profesionales.
Si bien encarnan muchas veces el papel de héroes de la patria, estos deportistas son profesionales que trabajan en esta actividad. Sin embargo, su relación laboral siempre fue muy precaria. Avanzó el año 1970 con la dictación del DFL n°1 de Guerra que constituyó el estatuto de los deportistas profesionales y actividades conexas. Finalmente, recién el año 2007 se igualó con el régimen general del trabajo.
Antes del año 1970 debemos presumir que el deporte era amateur y eran contados los casos de deportistas que tuvieran una relación laboral propiamente tal.
Entre 1970 y 2007, si bien había una relación laboral especial y recibían ingresos constitutivos de renta, como el sueldo y las primas, no se hacían cotizaciones previsionales como al resto de los trabajadores asalariados, con los graves riesgos para ellos y sus familias.
Para compensar la falta de una cotización previsional, y los beneficios derivados de ésta, el DFL n° 1, creó un Fondo de Bienestar de los Futbolistas Profesionales y prometió un reglamento para la organización de estos fondos y leyes que se pronunciarían respecto de su financiamiento.
Extraordinaria idea, que compensaba la falta de seguridad social de los deportistas con un fondo que iba a financiar las prestaciones de salud y vejez que demandaran.
Sin embargo, los Fondos de Bienestar jamás se constituyeron. Hay responsabilidades compartidas en la materia, tanto de los propios futbolistas y de aquellos que tienen el rol de liderazgo como dirigentes y autoridades.
Cuando miramos el paisaje de los futbolistas profesionales de antes de la era del oro futbolístico (digamos pre-1982 por generar hitos mundialistas) son contados los casos de los deportistas que tienen una relación profesional importante que les permita asegurar su vida y la de su familia.
Por regla general, al día de hoy son trabajadores esforzados, que le ganan a la vida con un esfuerzo notable trabajando en diversas áreas. Todos con un vacío previsional que se les aparece implacable en la tercera edad o en la emergencia.
Hoy, cuando aspiramos a crecer en la sociedad de las seguridades, es la hora de constituir el Fondo de Bienestar para ir en ayuda de los casos urgentes que viven aquellos héroes olvidados, que conservan la dignidad y no piden, pero que necesitan.
Todos podrían postular al fondo en busca de ayuda, con un sistema reglamentado que garantice justicia y transparencia tanto en la concesión del beneficio como en la captura de los fondos necesarios para financiarlo.
Además de estas ayudas de emergencia, pondría foco en nuestros futbolistas de tercera edad y animaría a la Federación a crear los centros de día, replicando la gran iniciativa gubernamental para acoger y atender diariamente a los adultos mayores, liberando a su familia y mejorando su calidad de vida.
Un símbolo de respeto por nuestro pasado sería permitir a nuestros ex futbolistas pasar el día reunidos entre ellos, recibir atención integral y, de paso, ayudar con sus conocimientos, charlas y experiencias, en la cancha o en el aula, a miles de niños.
Jóvenes que al escuchar a estos hombres con historias abrirán sus mentes, soñarán con el imposible que constituye el trampolín que todos necesitamos para ir más adelante.
¡Como todos ellos! El 62 y siempre que entraron a una cancha.