He leído en las redes sociales, y con mucha pena, un mensaje del Director de la Orquesta Sinfónica de Copiapó anunciando el término de las actividades. Esto dado que la Municipalidad de esa ciudad está destinando los recursos que hasta ahora permitían el funcionamiento de la orquesta a otros menesteres, a saber por la tragedia climática recientemente vivida en la zona.
Sobre esto quisiera hacer algunas reflexiones
Si bien es cierto que es razonable redestinar recursos para reconstruir ciudades y poblados, no lo es cuando esto es a costa de otras personas. Los músicos son profesionales que han estudiado muchos años para poder estar en una orquesta y que por cierto esta actividad es su fuente laboral. En este caso el tradicional dicho “no se puede desvestir a un santo para vestir a otro” es evidente.
La Orquesta Sinfónica de Copiapó es una institución de larga data que ha entregado arte, cultura y entretención a la comunidad por décadas, siendo el arte, la cultura y la entretención, y ya en nuestros días debiéramos entenderlo, pilares fundamentales en el crecimiento cultural y espiritual de la actividad humana.
Los aportes del gobierno central en épocas de emergencia deben contemplar a todos los afectados y por cierto hacer saber al gobierno local que no es el camino adecuado redestinar presupuestos ya asignados para la actividad profesional. Sin saber de detalles me imagino que habrá otras actividades suntuarias a las cuales se les puede reducir recursos en tiempos de tragedia sin poner en riesgo la continuidad laboral de más de treinta profesionales de una sola repartición y menos la de una que afecta positivamente a la población.
Hago un llamado a las autoridades centrales, especialmente al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en las personas de su nuevo Ministro e integrantes del Consejo de Fomento de la Música Nacional para intervenir en esta situación, pues el asunto es de suyo delicado y por lo mismo hay que tomar cartas en el asunto.
Cuando el último gran terremoto afectó a Talca, Concepción y Valdivia, las orquestas locales si es que vieron disminuidos sus presupuestos, esto no puso en riesgo la continuidad de la actividad profesional de las mismas.
Cuando el terremoto del año `85 afectó a Santiago, las orquestas locales tampoco peligraron en su continuidad. Es más, el CNCA en algunas oportunidades ha hecho aportes especiales por razones de fuerza mayor, por ejemplo al Teatro Municipal de Santiago.
Ya es hora que nuestra sociedad entienda que las orquestas son un bien social y patrimonial. Ellas no sólo albergar a músicos profesionales (que viven de su profesión) sino que contribuyen a la cadena alimenticia del espíritu y la cultura, y que por lo mismo debemos cuidarlas y preservarlas.
Esto último lo deben tomar en consideración todas las autoridades, especialmente las centrales, pues, como ya he dicho en otros escritos, las orquestas regionales son tan importantes como las capitalinas y por lo mismo se merecen el mismo trato, al menos en la asignación de recursos.
Llamo también al legislador para que de una pronta vez otorgue por la vía del presupuesto nacional los aportes necesarios para que en cada región haya al menos una orquesta profesional con asignaciones presupuestarias similares a las recibidas por las dos orquestas más importantes de Santiago.
Finalmente hago un llamado a la comunidad local de la tercera región así como a la comunidad musical nacional para que levantemos la voz y logremos que no se permita el cese de las actividades de la Orquesta Sinfónica de Copiapó.