Confieso que cuando pinché en youtube una de sus canciones me quedé como hipnotizado.Comparable a la primera vez que escuché a Aretha Franklin. Con los vellos de punta y con la sensación de zozobra ante lo inesperado.
Con los años, uno debiera ser menos sensible a la hora de enfrentarse a la belleza o al misterio.Pero nunca se aprende.
Dicen en España que la cantante y compositora chilena Soledad Vélez tiene la capacidad de emocionar, de herir, de enamorar, de embaucar o remecer al que la escucha. Después de asistir a un concierto a foro completo en un teatro madrileño corroboro cuanto se comenta de ella. Y añado algo más de mi cosecha. Es la mejor intérprete chilena de los últimos y fructíferos años.
Seguro que quién lee esto no la escuchado jamás y desconocía hasta ahora su existencia. Me ocurrió a mí. Hace unos meses, tras regresar de Chile, leí en el suplemento cultural BABELIA del diario El País una elogiosa crítica de su disco RUN WITH WOLVES. Ahí me enteré que es chilena, que vive en un pueblo cercano a Valencia y que éste es su segundo CD. El anterior, editado en 2012 y titulado WILD FISHING, había obtenido un aprobado unánime de los críticos españoles.
Su nuevo trabajo ha venido a ratificar una trayectoria en ascenso, no exenta de riesgos. Con sonidos más oscuros que el anterior, lo definen como “un road movie emocional”
Fue la crítica firmada por Ramón Fernández Escobar la que me puso en alerta sobre esta talentosa cantautora nacida en Concepción, que practica, según el comentario, el exorcismo folk y que “impresiona por la panoplia de una garganta capaz lo mismo de derretir que acongojar”.
Leer esa crítica fue el detonante para investigar si estos elogios se fundamentaban en la realidad o en el deslumbramiento y, de paso, indagar los orígenes de la misteriosa Soledad Vélez.
La poseedora de una voz tan prodigiosa, a la que se quiere buscar parentesco musical con las grandes-, Nina Simone, Billie Holliday , Davendra Banhart, Diamanda Galás, PJ Harvey o incluso ¡Shakira, válgame Dios!-, nació hace 26 años en Concepción.Desde pequeña mostró interés por la música, especialmente por el jazz, influenciada por su progenitor, que por poco sufre un síncope cuando su niña mimada decidió hacer las maletas y probar suerte lejos del Bío- Bío.
Han pasado casi seis años del comienzo de un viaje marcado por la rebeldía y amor propio, no exento de altibajos, y que ahora da frutos a modo de LP, CD y conciertos en España, países europeos, México o Estados Unidos.Soledad Vélez fue invitado el pasado marzo para participar en el festival South by Southwest, en Austin, Texas.
Los que intentan descubrir la pócima mágica que ha hecho de la voz de Soledad Vélez un prodigio de sonoridades inclasificables quedan atónitos cuando ella da pistas de su secreto.
Coger todo el oxígeno posible en sus pulmones para después lanzarlo sin más, acompañado de sonidos que provienen de los sentimientos más dispares. No se trata de hacer música amable ni dulce.Ella no ha caído en la trampa del negocio.¡Dios libre al que quiera influir para que cambie la esencia de sus canciones , el modo de transmitir su arte o que intente derivarla a terrenos más comerciales! Mucho le ha costado llegar hasta donde está como para dejarse manipular.
En su cometido está muy bien asesorada por el productor Jesús de Santos y por la compañía de músicos españoles con reconocida trayectoria en el pop, rock, jazz o indie.
De sus influencias musicales , la chilena afirma que se deja atrapar por todo tipo de géneros e intérpretes,sean actuales o de hace medio siglo. No objeta nada. Después selecciona aquello que considera que es de su agrado impone su sello personal.
El panorama musical chileno tiene la obligación de añadir el nombre Soledad Vélez a la lista de talentos de nuevo cuño. Una joven de provincia que aprendió con Ella Fitzgerald o Sara Vaughan y que, en mi opinión, pudo derivar en la lírica como eximia contralto pero que se decantó por jugar con sonidos libres, de gran belleza, y dar rienda suelta a su imaginación.
Para aquellos que se tras conocer su primer disco se sorprendían al saber que era chilena y no encontrar en su música vestigios de sus raíces, en su último trabajo salda cuenta e incluye un tema- South Mountain- en el que se carga de nostalgia para recordar su procedencia.
Llegará el día que cante en Chile. Y tal vez no solo en inglés sino también en castellano. Pero ese es otro secreto que algún día develará.