Se lo propuso y lo está consiguiendo.
Al asumir el cargo de director artístico del Teatro Real de Madrid, el belga Gérard Mortier anunció que en cada temporada programaría como mínimo dos óperas contemporáneas de estreno absoluto que posteriormente podrán ser representadas en otros escenarios del mundo.
El público más conservador no disimuló su malestar. Todo lo contrario a la curiosidad que generó en aquellos que esperan ser sorprendidos por un género musical que carga sobre sus espaldas una injusta aureola de elitista e inamovible.
La apuesta de Mortier para sacudir a la ópera del letargo, al menos en España, no abarca solo las puestas en escenas arriesgadas, incluidas las obras más populares. También alcanza a los contenidos, los argumentos. El anuncio del estreno mundial en el Real de una ópera basada en el libro “Brokeback Mountain” de la estadounidense Annie Proulx y llevada al cine por el director Ang Lee, ha despertado expectación.
La historia de dos vaqueros de Wyoming enamorados, Jack y Ennis, que se refugian en las montañas y bosques salvajes para desatar su pasión tiene suficiente tensión dramática para convertirse en ópera. Es lo que opina la autora del texto y lo corrobora el compositor Charles Wuorinen, también estadounidense.
Según la escritora, a diferencia de la película, donde prevalece lo romántico sobre la tragedia, la ópera profundizará la tensión y la trama del texto literario. Además, la naturaleza, los ríos, las montañas, dejarán de ser acogedoras para transmitir crueldad, amenaza y muerte.
El compositor Wuorinen ya tiene asignado las voces de los personajes centrales de esta ópera. Jack, el cowboy más débil y dubitativo será interpretado por un tenor. Ennis, más dominante, será un bajo barítono.
En dos horas y media de representación esta ópera reflejará la percepción de rechazo, la debilidad oculta, la burla y el desprecio de una sociedad tan conservadora como la de Wyoming con el diferente. En este caso, dos vaqueros que escaparon al estereotipo asignado: machos y triunfadores.
Desde que Gérard Mortier está al frente del Teatro Real de Madrid el referente homosexual ha estado presente sin tapujos. El año pasado se programó la ópera “El rey Roger” de los polacos Karol y Jaroslaw Symanowsky, primos y amantes.
Algunos fanáticos del “bel canto” no debieran clamar al cielo o rasgarse las vestiduras, metafóricamente, si supieran que hay muchas óperas donde los amores “diferentes” se insinúan o son expuestos por el autor de la obra sin aditivos. Otra cosa es que llegado el momento de la representación, el director imponga su propia vara de medir para no espantar al respetable. No es el caso de Mortier.
Desde el nacimiento de la ópera, a finales del siglo XVI, lo que se nos narra ha tenido siempre una carga amorosa heterosexual. Sin embargo, los expertos han descubierto que el amor entre hombres o entre mujeres se encuentra presente en obras representadas hace varios siglos.
Pionero fue el músico francés Marc Antoine Charpentier. En su ópera “David et Jonathas”, estrenada en 1688, da cuenta de los sentimientos amorosos y el placer del que gozan David, Jonatan y un tercero en discordia, Saúl, un valiente guerrero. Una versión que difiere mucho de los escritos sagrados y cuyo texto lo firma un religioso: el padre Bretonneau.¡Y esto ocurría en el siglo XVIII!
Cada cual es libre de interpretar o entender lo que escucha y ve en el escenario,para algunos, en “La Calisto” de Cavalli estrenada en 1651 hay un latente lesbianismo, al igual que en “La Vestale”, ópera de Spontini, de 1807.
De lo que no hay género de dudas es que es en el siglo XX cuando la ópera abre las puertas al tema homosexual sin andarse por las ramas. “El martirio de San Sebastián” de Debussy; “Lulú” de Berg; “Peter Grimes”, “Billy Budd” y “Muerte en Venecia” de Britten; “ El Laberinto” de Tippet o “Harvey Milk” de Wallace son óperas que aportan visibilidad a un tema que hasta no hace mucho se evitaba pero que siempre ha estado presente. Ahora se sumará “Brokeback Mountain”.
Guste o no, la ópera está obligada a ponerse al día si quiere sobrevivir.