En un canal, Mundos Opuestos; en otro, un concurso de imitadores; un espacio de denuncias ciudadanas en un tercero, y entrevista a los dirigentes “héroes” de Aysén en el cuarto. El orden no es arbitrario: es lo que marcó el rating en la noche del domingo: 28 puntos (Canal 13), 13 (Mega), 11 (TVN) y 6 (Chilevisión).
Así está Chile. O mejor dicho, tal es la conducta de la teleaudiencia local, que consume prioritariamente entretención por sobre todo lo demás.
¿Será esto culpa del chancho o de quién le da el afrecho?
Uno de los responsables del “éxito” de Canal 13 es el productor de TV Sergio Nakasone, cerebro del reality. Como él sabe que hay quejas (más de 600 en el CNTV) en contra de su programa, se defiende de ellas.
“Me da lo mismo. Somos un programa de entretención. ¿Por qué le piden a un programa de TV que eduque? Mal que mal, la TV se maneja por rating; los canales son en su mayoría empresas que buscan rating”.
Nakasone se siente agradecido del género reality, “pero claro, sería más feliz haciendo la ruta de Genghis Khan”.
Las declaraciones del productor, in extenso, se conocerán esta semana en Canal 13 Cable, a partir de las 23 horas de este lunes, con repeticiones el martes a la 01:00 y 08.30 horas, el miércoles a las 18:30 y el domingo a las 21:00 horas.
Vale la pena escucharlo, para comprender a lo que hemos llegado en materia de producción local de TV: una lucha tan despiadada por capturar sintonía, que el buen gusto, los valores, el respeto por los semejantes, el interés por los que defienden causas justas, han sido desplazados por la ordinariez, el sensacionalismo y el culto a las bajas pasiones.
Hace medio siglo, el derechista presidente Jorge Alessandri, con muchas reticencias, autorizó la televisión en Chile, siempre y cuando estuviera a cargo de las universidades, para que éstas velaran por sus contenidos, evitando la difusión de “chimuchinas”.
Ironías de la vida: cincuenta años después, en el régimen de la derechista Alianza, los temores de “don Jorge” son realidad. ¡Qué traición a sus principios! ¡Flor de reality!