Casi dos años de graves tensiones entre el Ministro Cruz Coke y los funcionarios del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, y el Directorio Nacional de este organismo público guarda silencio.
Cientos de funcionarios despedidos el 2010 y el Directorio guardó silencio.
Murió Galia Díaz en el accidente del Archipiélago de Juan Fernández, funcionaria que había denunciado un reiterado acoso laboral y el Directorio no dijo nada.
¿Qué ocurre allí que explica el inexplicable silencio del órgano colegiado del CNCA?
Súper simple y sencillo. De once integrantes del Directorio Nacional, sólo dos – además del Ministro- son creadores; cuatro directores son funcionarios de confianza política del Gobierno y cinco de ellos claramente se identifican con la derecha gobernante; a lo menos tres directores – sin contar los funcionarios de gobierno- están vinculados a la empresa privada.
Saque la cuenta usted. ¿Cuándo así el Directorio iba a decir algo contra el Ministro por tanto autoritarismo en su gestión?
Pero, ¿cómo ocurrió esto? Simple. Se legisló mal. Un servicio público descentralizado como el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, creativamente y a buena hora incluyó un órgano colegiado de definición de políticas.
Sin embargo, por la obsesiva lógica de “gobernar en consenso con la derecha” y no imaginando que la Derecha sería Gobierno, se legisló – a propuesta del Gobierno de la época- una composición que casi elimina la presencia de creadores y cultores, da preferencias a las instituciones, releva la presencia del mundo privado, incluyendo a universidades privadas. Allí se encuentra una concepción privatizadora e “ilustrada” de la cultura, miedosa de la “subversión” de los creadores y descalificadora de la “cultura popular”.
Asumo mi cuota de responsabilidad en este curioso engendro, aun cuando no estaba en el Gobierno en esa época, y espero que con humildad lo hagan otros personeros del Gobierno del Presidente Lagos.
Creo que es imperioso que toda la oposición reconozca su profundo error en esta materia.
Y es indispensable que los creadores y cultores exijan en el futuro las necesarias reformas legales para dotar a este Directorio de una verdadera y plural representación de los diversos mundos creadores y culturales de nuestro país.
No tengo dudas que un directorio integrado por una mayoría de creadores y cultores habría levantado la voz públicamente para exigir un trato digno a los trabajadores del Consejo, habría intervenido para impedir tantos despidos y habría reclamado en contra de tanta ineficiencia en la gestión de los fondos públicos.