Teletón 2011. Kramer, disfrazado de Miguel Piñera, entra en escena. En la sala, en primera fila, observa su actuación el propio Presidente de la República de Chile, Sebastián Piñera, acompañado de su mujer, Cecilia Morel.
Kramer hace una imitación perfecta del hermano del Presidente, aludiendo a sus características de personaje farandulero, aficionado a la droga, bueno para el fiesteo y dependiente económicamente de su exitoso pariente. La gente ríe.
El Piñera verdadero, arrellanado en su butaca, comienza a hacer su gesto característico de estirar el cuello como si la corbata le quedara demasiado apretada.
No hay duda: no se siente a gusto.
Probablemente, por su cabeza pasa la idea de que no fue una buena idea presenciar desde allí el espectáculo, a pesar de que algún asesor debe haberle advertido que en su rutina Kramer iba a hacer una imitación que podía ser incómoda. Pero su presencia en la Teletón puede significar unos puntos más en la próxima encuesta. Hay que apechugar.
Nerviosismo: nuevo estiramiento del cuello. “Esperemos que este asunto no se ponga demasiado pesado. Maldita sonrisa forzada a la que nunca he sido capaz de dar mayor autenticidad”.
Sigue Kramer: la cosa empieza a ponerse peluda, con alusiones cada vez más peligrosas a la intimidad de los dos personajes: se alude a la reciente separación de Miguel, quien después de recordar todo lo que le debe a su hermano le confiesa su propósito de devolverle hasta el último centavo. La incomodidad se hace ahora manifiesta.
Después de sacar una interminable boleta con el resumen de los gastos, Kramer-Miguel dice: “Con esto estudian todos gratis perrito”. Risas en el público. Nuevos estiramientos de cuello. “¿Qué crestas estoy haciendo aquí?”
Kramer-Miguel anuncia que la deuda será pagada bajo la forma de una donación a la Teletón. Pero no trajo la billetera. Se dirige al Presidente: “¿Sebastián, tu me podís prestar plata?” Más risas. Más arreglos de corbata.
De pronto, después de algunos chistes de desigual comicidad, aparece en una pantalla Kramer personificando ahora al propio Presidente y entabla un diálogo con su hermano ficticio.
El Sebastián Piñera de la pantalla afirma que el señor sentado en la primera fila no es Piñera. Piñera es él. “¡Demuéstramelo!” Y el personaje de la pantalla se pone a hacer los estiramientos de cuello que el Presidente ha estado haciendo durante toda la presentación, gestos registrados por lo demás y de los que han sido testigos los varios cientos de miles de televidentes de la Teletón. “¿Y si no es mi hermano, quién es él?” – pregunta Kramer-Miguel. “Él es Kramer” – es la respuesta. “Si le tiras el pelo vas a darte cuenta de que anda con peluca”.
Y cuando Kramer se dirige a constatar si se trata o no de un personaje falso, es detenido, y la rutina vira hacia la interpretación de una canción con la participación del propio Miguel Piñera, quién aparece junto a su doble hasta el final del número.
Después de presenciar esta escena,que es simplemente inimaginable en otro país que no sea Chile y con otro Presidente que no sea Piñera, me quedo pensativo.
¿No será verdad lo que dice Kramer de que este personaje que se nos presenta en los medios como nuestra más alta autoridad es en realidad un imitador?
¿Cómo pensar seriamente que un verdadero Presidente de la República pueda ponerse en una situación tan desmedrada como ésta que todos presenciamos en la Teletón?
¿En qué ha quedado entonces el respeto debido a su investidura? ¿Puede aceptarse que un cómico se ría de él hasta ese punto? ¿Entonces, no será que este personaje que se nos presenta como Presidente en realidad es un actor cómico?
¿Por qué cada semana se acumula una nueva “piñericosa” en Youtube, hasta el punto que ya ni siquiera llaman mayormente la atención? Pruebas de ignorancia e incultura, palabras mal dichas, situaciones dignas de una película de Los tres chiflados, exabruptos, etc.
Pasa un día y por fin llega la comprobación de lo que dice Kramer. Se trata de un imitador, no cabe duda. La prueba es el chiste pronunciado en México y que transforma a este personaje en un hazmerreir de talla continental.
El chiste comentado ampliamente en los medios latinoamericanos y hasta en algunos norteamericanos y europeos, además de sexista e irrespetuoso hacia las mujeres, es una fomedad de mal gusto, de esas que los caballeros de comienzos de siglo se contaban en los clubes y que pasaban en esa época por ingeniosas.
Se trataba de la versión número trece de la Cumbre de Gobiernos y Estados en la que estaban presentes los más altos dignatarios del continente.
¿Ustedes pueden creer sinceramente que una persona que no se ha enterado todavía de que las luchas por la igualdad de la mujer en el mundo han generado una situación muy alejada de la que permitía hacer esos chistes, puede llegar a ser Presidente de la República?
¿Y quién se puede tragar que la más alta autoridad de Chile ande contando este tipo de historias dándoselas de gracioso entre sus pares del continente?
¿O sea que una persona que llega a ese cargo no va a estar informado de los valores de igualdad y democracia que obligan a tratar a las mujeres con igual dignidad que a los hombres? ¿Me van a decir que un Presidente de Chile no sabe nada de lo que pasa en el mundo? No puede ser.
¡No me vengan con tonterías! El que hace estos chistes es Kramer. No puede ser otro.
Un Presidente de la República de Chile no puede andar diciendo públicamente estas tonterías. Lo único que me hace dudar en esto es que en general las rutinas de Kramer son bastante mejores.
¿Por qué cuando reemplaza al Presidente sus chistes se ponen tan malos? ¿Y donde está Piñera entonces? Hay que ponerse a buscarlo. Espero que se esté ocupando de mejorar la suerte de los conciudadanos que lo han elegido.
Puede ser peligroso que siga fomentando la presencia de su doble en público. El cómico se ha revelado malo y hasta decadente. ¿Aparecerá por fin el Presidente?