Durante la semana pasada, se dio a conocer la noticia de que el Mineduc planea reducir las ya pocas horas de enseñanza de música (incluidas dentro de las tres horas semanales asignadas para el ramo de “Educación artística”) con el objetivo de aumentar el tiempo para estudiar matemáticas y lenguaje y comunicación, los dos ramos “fundamentales” desde una visión PSU céntrica.
La reducción de la enseñanza de música propuesta por el Mineduc para el ciclo que abarca de quinto a octavo básico parece un mal chiste, una mala broma: “¿Me está pidiendo usted, señor, que disminuya las horas del ramo que menos horas tiene en el colegio?”.
No ahondaré en los efectos negativos para el fomento de la creatividad, uno de los “rasgos” que se encuentran en cualquier perfil de alumno de los colegios y universidades nacionales, pues considero que personas más preparadas han escrito muy buenos artículos sobre el vacío que dejaría la concreción de esta propuesta. Quiero referirme brevemente a otro punto: las propuestas de fin de año del Mineduc respecto a cambios de currículo.
Al igual que a fines del año 2010, otra vez nos encontramos ante una propuesta estrella: si este 2011 es la reducción de las horas de música, la del año pasado apuntó a disminuir las horas de Historia durante la enseñanza media. ¿Adivina usted con qué objetivo? Con el de aumentar las horas de matemáticas y lenguaje.
Si nos colocamos en el escenario de los colegios de mayor vulnerabilidad social, aquellos donde los resultados PSU son nefastos, el simple aumento de las horas de lenguaje y comunicación (área en la que me muevo) no significará, por ejemplo, que los alumnos comprendan mejor lo que leen.
Tengo la leve impresión que las propuestas estrellas, aquellas propuestas que nos han entregados cual regalos navideños al final de estos últimos dos años, no solo dejan entrever que las artes y las ciencias sociales son menos importantes que las matemáticas y lenguaje: también quieren decir que en el actual modelo de vida del siglo XXI chilensis, tanto la creatividad como la conciencia cívica e histórica representan áreas que, en lo posible, hay que mantener estáticas y sin desarrollo.
No me explico de otro modo la obstinación en reducir horas de ramos que desarrollan la conciencia histórica y cívica de las personas, aquella que les enseña y recuerda su rol de ciudadano, con sus responsabilidades, derechos y deberes, así como la de bajar las horas de las artes que fomentan el libre ejercicio creativo del hombre, ejercicio tan necesario incluso para aquellos que viven según los patrones del marketing.
Si ayer fue Historia y hoy Música, ¿cuál es el próximo ramo al que se le rebajarán horas en el colegio?
¿Biología, porque ya no importa estudiar el cuerpo humano en una época que nos acercamos al hombre robotizado?
¿Química, porque las máquinas harán todo por nosotros?
¿Lenguaje, porque en su parte de literatura representa otra forma de desarrollar la creatividad y de conocer el modo en que otros hombres sintieron y se enfrentaron a los problemas de su época?
¿Y cuál será el argumento que argüirán? Si sirve de algo saberlo, en gran parte de los países “desarrollados”, desde el colegio se enseñan y refuerzan las áreas de interés en que los jóvenes pretenden desenvolverse el día de mañana.
Y para sus futuras universidades será más importante que demuestren aptitudes para lo que quieren estudiar antes que reproducir los contenidos curriculares del lenguaje y la matemática medida por una nefasta prueba de selección universitaria.