Durante el último año, nos han bombardeado con información respecto a uno de los principales problemas de salud de la sociedad chilena, la obesidad. El gobierno ha puesto todos sus esfuerzos en revertir la situación, iniciando programas de alimentación saludable e incentivando los deportes.
Sin embargo, hay una obesidad que está pasando desapercibida y de la cual ya se han hecho cargo nuestros vecinos como Brasil, Colombia y Perú. Esta obesidad puede llevarnos a consecuencias realmente peligrosas si tomamos en cuenta que dependemos de un equilibrio para poder alcanzar una vida saludable.
Me refiero a la obesidad de la moneda local, que cada día se fortalece más, haciendo caer al dólar en una anorexia económica grave que sin duda enferma mortalmente a nuestra economía, basada en las exportaciones.
Si bien durante enero tuvimos una inyección de proteínas y vitaminas para este pobre dólar famélico, que en cierta medida ayudó a que no esté en la desnutrición total, hoy vemos como va muriendo de a poco, arrastrando a la ruina y la desesperación a miles de pequeños empresarios que dependían de sus exportaciones y que se han visto obligados a modificar su modelo de negocios para poder subsistir.
El dólar ya no sólo necesita una inyección de proteínas, lo que requiere – y lo que imploramos los exportadores – es una cirugía mayor, que solucione el problema de raíz para que no dependamos tanto de las fluctuaciones internacionales.
Y cuando hablo de cirugía me refiero a la elaboración de una política exportadora sustantiva, que contemple por ejemplo la mayor productividad, la compra de bienes de capital en el exterior, la capacitación y participación en misiones comerciales, la mayor intervención de las PYMES, la compra de empresas extranjeras, etc.
Como representante de los exportadores, seguiré insistiendo en la necesidad de hacer “una junta médica” o cónclave entre doctores en economía y autoridades, que sometan a un buen tratamiento a nuestra economía para que la mantengamos saludable y no caigamos en enfermedades como la obesidad o la anorexia, ya que los extremos nunca fueron buenos… No vaya a ser que esta enfermedad holandesa termine por ser una pandemia que contagie a todos los chilenos.