Resulta difícil entender cómo es que se logró llevar adelante una moción parlamentaria para anular una ley, la Ley de Pesca. Además de ser una aberración jurídica, es en sí una estrategia que recuerda lamentables estilos de gobiernos populistas.
Lo peor de esto, es que el Gobierno fue incapaz de frenar el avance y tramitación de una iniciativa que sencillamente no tiene sentido alguno, malgastando recursos, tiempos de trabajo y hasta papel, con dineros que son de todos los chilenos.
En la prensa se especula que el Gobierno no quiso intervenir para no causar la molestia del PC.¿Desde cuándo se tienen tantas deferencias por un partido minoritario dentro de la coalición?
¿Alguna vez se ha tenido de dejar de lado las opiniones mayoritarias para evitar que una fracción menor amenace a todo el conglomerado?
No sólo en la Ley de Pesca estamos enfrentando este escenario, sino que también en la Reforma Laboral, la Educacional y en prácticamente toda la agenda legislativa.
Una cosa es concordar en que el país necesita transformaciones para corregir las injusticias y desigualdades profundas que el modelo ha creado, pero eso no quiere decir que tengamos que realizar acciones políticas temerarias, irresponsables e inútiles, como anular una ley.
Puede que no nos gusten algunos de los efectos de la Ley de Pesca, pero eso no nos obliga a dejar el mar chileno sin regulación alguna; a varios nos molestan profundamente las injusticias y poca equidad que hay en el seno de los sistemas de AFP e ISAPRES, ¡pero eso no significa que haya que destruir a las AFP y a las ISAPRES! Es muy popular decirlo, pero nadie se detiene a explicarle a la gente las consecuencias inmediatas que medidas como esa traería a las vidas de las personas.
Nadie está a favor de seguir con una relación tan desequilibrada entre grandes empresas y trabajadores, pero eso no significa que debamos aprobar leyes que sepulten a las pymes. Ese grado de sentido común el Gobierno lo ha perdido por mal entender profundamente lo que es ser progresista.
Es hora de que La Moneda asuma el desafío de construir y asegurar mayorías dentro de la coalición gobernante. Lo cierto es que en la Nueva Mayoría hay diferencias, pero las diferencias se gestionan, no se acallan dando a unos y dejando sin nada a otros.
La DC tiene diferencias con el Partido Comunista y son diferencias no menores, y nos van a disculpar, pero nuestro partido se declara contrario -sin matices- frente a gobiernos que juegan al filo del respeto de los derechos humanos como ocurre en Cuba o Venezuela, o que tuercen la institucionalidad a niveles intolerables. En eso claramente estamos separados ya que salvo unos pocos, en la Nueva Mayoría prima la idea de los consensos y de la gobernabilidad.
Esta alianza de gobierno se forjó en torno a un programa que ofrecía a Chile un modelo moderno y equilibrado de cambios para mejorar la vida de millones. Habíamos quedado en mejorar la coordinación y ajustarnos a un plan unitario de trabajo. Ya pues, queremos ver ese liderazgo. La DC también puede ser leal al Gobierno y de paso, aportar muchos más votos.