Actualmente, como sociedad, vivimos un momento complejo. Lamentablemente, nos hemos ido habituando a lidiar con muchos casos en que la falta de transparencia ha sido la tónica.Se sobrepasan las barreras de la ética y también de la probidad en todo orden de cosas, tanto en lo público como en lo privado.
Ética y probidad están vinculadas directamente con la integridad con que actuamos, definen un país y proyectan su verdadera sustentabilidad. La ética y la moral son valores que deben estar presentes sin diferenciaciones y quienes no cumplan con esos valores, deben ser sancionados.
Si no tenemos la capacidad de cuidar las formas, de reforzar los conceptos de lo que está bien y lo que está mal, estamos en serios problemas al creer que esa realidad es normal, que debemos aceptarlo y que a fin de cuentas nada podemos hacer para mejorar, que es irremediable y hasta que es parte de nuestra idiosincrasia.
La confirmación de la decisión de Bancoestado de otorgar un bono de término de conflicto a sus 9.300 empleados, por un monto global de 58 mil millones de pesos, sin duda es absolutamente legal, pero en una situación en que decimos que hay cosas que deberemos gradualizar, inversiones que deberán esperar por la situación económica global y el cataclismo… ¿es Ético?
Nuevamente cabe la necesidad de cuestionarse sobre los por qué de la creciente desconfianza de las personas hacia nuestras instituciones públicas. En el caso particular de Banco Estado, o en aquel en que se nos dice que otra empresa del Estado, ENAP, entregará 400 mil metros cúbicos de gas a la empresa privada y no se precisa si existe una venta, un traspaso, una compensación, o si los valores involucrados son los de mercado y se indica sólo que lo relevante es entregar el gas. Son hechos como éstos los que explican , en parte, la desconfianza que inunda nuestra sociedad.
Chile es un país fuerte, que debe robustecerse y para ello hay que orientar el quehacer legislativo y administrativo e incrementar los estándares de transparencia en la función pública, y la necesaria separación con el mundo de los negocios, particularmente de los y las políticas con el dinero.
Debemos, sin duda, eliminar el abuso de privilegios y las prácticas ilegítimas, para así reconstruir la confianza. Casos como los mencionados generan una fundada preocupación y sobre todo malestar en la ciudadanía. No se trata de restituir las confianzas en beneficio de algún actor en particular, es una necesidad país, para crear un mejor marco para el futuro.
Debemos sin duda alguna revisar y hacer más severa y actualizada la legislación existente y los proyectos en discusión, además de dotar a nuestras instituciones de poder efectivo para hacer valer sus controles y sus sanciones.