La reforma a la educación superior y la implementación de la gratuidad son temas trascendentales en materia educacional, donde se decide el futuro de miles de jóvenes que aspiran a tener más y mejor educación, con equidad y sin exclusión.
No hay duda de que las iniciativas impulsadas por el Gobierno en este sentido constituyen una necesidad para el país. Por más de tres décadas Chile se ha venido desarrollando una educación superior sin la debida atención y sin una revisión profunda de su funcionamiento.
Ya era hora, entonces, de dedicarle tiempo a aquello. Asimismo, avanzar a la gratuidad, constituye un acto de justicia, que también hacía mucho tiempo merecía atención por parte de los encargados de pensar y ejecutar la política pública en nuestro país.
Pero si bien, estos anuncios responden a una necesidad y constituyen un acto de justicia, no es menos cierto que, dada su relevancia, merecen ser atendidos con mayor precisión, aspecto que no ha sucedido hasta ahora.
Esta situación explica que el ministerio de Educación haya tomado cartas en el asunto, anunciando la creación de un consejo consultivo –compuesto por connotados especialistas en materia de educación y aseguramiento de la calidad- que tendrá por misión ordenar la reforma educacional, atendiendo cada una de las miradas que coexisten frente al tema.
No cabe duda de que es una buena noticia y es de esperar que de esta forma se logre ingresar al tema de fondo, que no es otra cosa que entender cuál es el sentido del quehacer de las universidades, aspecto que ha estado ausente de la discusión actual y que ha sido reemplazado por la defensa de intereses.
Así entonces, más que discutir respecto a por qué una institución merece recibir apoyo, la mirada debiese centrarse en el para qué trabaja esa institución y, según eso, definir si merece ser apoyada. Es importante tener claro que el foco no está en lo que espero recibir como institución de educación superior, sino en lo que quiero entregar a los estudiantes, a la comunidad, a la sociedad en general.
Como ya hemos dicho, esta reforma es un proceso necesario para nuestro país y la gratuidad es un acto de justicia y un avance en equidad, pero también, es una oportunidad para dialogar sobre el sentido de la educación superior en el Chile actual.
Esperemos que esta nueva etapa anunciada por el Gobierno abra paso a discusiones de fondo, donde exista capacidad de acoger sugerencias, incorporar miradas y aprovechar las experiencias acumuladas hasta ahora, tanto en universidades privadas como estatales.