Desde 1938 en adelante – y aún desde antes – la gran preocupación de la política chilena ha sido la formación de gobiernos de mayoría para darle estabilidad y ojalá la reelección para alcanzar a cumplir los programas ofrecido al Pueblo.
Esta preocupación no ha sido fácil a pesar de la existencia de grandes partidos porque poco a poco y en distintos períodos, han proliferado los Partidos o Movimientos creados de novo y/o fracturando los anteriores por distintas razones. Debemos recordar que en la década del cincuenta llegaron a presentarse, elecciones de Diputados en el año de 1953, más de 30 partidos mas la contradictoria (Fenafui) Federación Nacional de Fuerzas Independientes o Ibañistas.
En esas condiciones fue imposible gobernar eficientemente o hacer un ministerio o alianzas positivas. El gobierno de Jorge Alessandri restauró un tipo de alianza más ordenado con el Partido Conservador y liberal e Independientes del círculo cercano al Presidente y recogiendo las ideas – en parte de Carlos Ibáñez.
En el Sector político del Centro hacia la centro-Izquierda se produjo un intento frustrado hasta el golpe Militar derechista que triunfó en 1973 hasta el año 1990. De ahí en adelante hay un intento de ampliar la izquierda y profundizar las reformas que no pudimos concretar en la Concertación de las distintas posiciones.
Hoy estamos de nuevo en las mismas diferencias. Hace cuatro meses se planteó que la Nueva Mayoría era un acuerdo sólo programático de duración a plazo fijo y que terminaba de oficio al término del gobierno actual y 20 dirigentes del Partido lo rechazamos – además – porque el Consejo Nacional no ha expresado nunca tal posición.
Luego han habido dirigentes de otros partidos que se sumaron a esas críticas en forma inmisericorde. Este mes se da por muerta al punto de garantizarle al país que no habrá triunfo en las próximas elecciones. Más aún, un alto dirigente de un Partido miembro de la Nueva Mayoría señala que no hay nada que nos une. Tan inconvenientes son estas posiciones que la Alianza los aplaude públicamente, era que no, cómo diría don Emiliano en respuesta a su Intendente, que lo respaldaba frente a un eventual golpe.
Quienes somos Demócrata Cristianos y nos adscribimos a nuestros ideales desde una visión humanista cristiana progresista, de avanzada social y un sistema económico solidario y comunitario, no compartimos estas decisiones, porque las consecuencias serían extremadamente inconvenientes para Chile.
La historia ha sido para otras alternativas, lo fue en el Gobierno de Jorge Alessandri, con mucha derecha civil y mayoría parlamentaria, aunque no social. Fue difícil en el Gobierno de la Democracia Cristiana con respaldo popular pero no parlamentaria y se hizo imposible con Allende que no tuvo ni mayoría en el Congreso ni en el mundo sindical. Lo que estuvo más cerca al éxito fue la Concertación cuyos propios éxitos, creó la necesidad de una mayor amplitud.
Cuando los pueblos pierden la visión de lo inmediato como base para levantar la vista al futuro, se dejan llevar por peleas minúsculas y la voz de agoreros, la historia se vuelve contra ellos, más aún cuando no representan la postura oficial de sus partidos.