La semana pasada fue una de esas agitadas comunicacionalmente en el (CR)2. Aparte de seminarios, tesis y artículos para revistas internacionales, estuvimos muy solicitados por los medios de comunicación masivos. Eso es bueno, en tanto permite posicionarnos como un centro científico de excelencia, pero es aún mejor si refleja una voluntad política de ocuparse del cambio climático y sus múltiples forzantes y manifestaciones.
Las encuestas, tan comentadas hoy por hoy, dicen que nuestros ciudadanos están preocupados por la calidad del aire y el cambio climático. Las autoridades de gobierno y parlamentarias también lo manifiestan en sus discursos y en la formulación de políticas públicas, pero… “¿cuántos pares son tres moscas?”
Más allá de las encuestas, el sábado pasado me tocó participar en un taller con ciudadanos de a pie (en realidad, varios en bicicleta)a través del cual se aspira a desarrollar un plan local de mitigación y adaptación al cambio climático para la comuna de Santiago.
Me pareció la culminación ilustrativa de una semana en que se habló mucho del necesario cambio cultural y de comportamiento de los ciudadanos de este Chile altamente urbanizado, cuyos patrones de movilidad, habitabilidad y calefacción deben cambiar hacia modos sustentables con energías limpias (solar, geotérmica, eólica), viviendas de buena aislación en barrios donde nos conozcamos, con techos y paredes verdes y con movilidad segura, limpia y ojalá en bicicleta, a pie o en buses eléctricos.
Todas estas visiones no llegarán a puerto sin el complemento de políticas públicas que consideren la resiliencia urbana, el transporte público y masivo (no el automóvil particular) como eje central del desarrollo vial, los planes de descontaminación que van más allá de lo agudo, etc.
Tampoco se concretarán sin la debida coordinación entre los ministerios sectoriales (vivienda, transporte, salud, medio ambiente, energía) y la existencia de nuevos modos de gobernanza, incluyendo la figura del alcalde o similar. Estos últimos discursos los escuché durante un seminario en el ex Congreso Nacional, donde confluyeron autoridades y científicos en torno al tema.
Ojalá que estas discusiones sumen muchos pares, y no sea la fuerza sino la razón la que nos conduzca por caminos más sustentables, participativos y felices para quienes convivimos en este territorio.