De las definiciones y sus consecuencias, (ironía). Dicen las malas lenguas que: “El individuo para ser realmente un ciudadano finisecular y de principios del Siglo XXI, no basta que tenga y practique los derechos civiles declarados y reconocidos por el ordenamiento constitucional, jurídico y normativo de su país. Es necesario que tenga derecho y acceso a los bienes culturales tanto materiales como simbólicos.”(1)
Quiero dormir, despertar y comprobar que todo fue un mal sueño. Es que me resulta increíble que aún tengamos que argumentar que temas como la educación, la salud, la cultura son responsabilidad del estado.
Salgo de mi casa 10,00 am. Está nevando muy fuerte, entonces doble tracción, segunda y encaramos el día en la calle. Paso por la sede provincial de la CUT a dejar unos afiches del estreno de un documental que se presentará en el aniversario de la matanza de la Federación Obrera de Magallanes.
Bajo del coche, nieve, frío, subo escaleras despacito por los resbalones. Los compañeros de la Asamblea de Estudiantes ya están esperando a los medios, dejo los afiches en una mesa, saludo unos rostros felices, esperanzados, el primer abrigo cómplice del día.
Corro al coche, me cuido de patinar en cada ceda al paso y semáforo, necesito llegar a tiempo, es importante que cumpla con la hora en la que me toca intervenir muy brevemente en un Encuentro de Gestión Cultural Municipal que propicia la Asociación Chilena de Municipalidades. Hay una iniciativa recorriendo varios lugares del país y ellos me parecen aliados naturales y necesarios.
Urge entonces romper la barrera de la distancia institucional.
Ayer fue una jornada similar, solo que terminó mucho más entrada la noche: reunión de Asamblea Ciudadana de Magallanes, en menos de 24 horas nombran ministros, renuncian ministros. Las estrategias para enfrentar el conflicto de la tarificación del gas se torna complejo, finalmente estamos casi seguros que prefieren poner el conflicto en el congelador, pero no detener la privatización a pasos gigantes que mal sobrelleva la ENAP.
No queremos empresas nacionales que administren contratos de intereses extranjeros, queremos empresas nacionales que tengan la capacidad de garantizar los recursos naturales para los chilenos, para los magallánicos, para los habitantes de cada región productora del país.
Llego a tiempo, escucho conceptos que empiezan a inquietarme, los que llegan del norte del CNCA empiezan a referirse a cosas como “audiencias”, “productos”,”industrias”, “público objetivo”. Yo pienso en términos de seres humanos, en desarrollo, en programas, en provocación.
Intervengo. Hay gente que entiende por qué y consiente con la mirada. Hay gente que aun no va a entender.
En medio del encuentro me entero de las necesidades de algunos colegios por las redes sociales, pienso que está nevando y los jóvenes necesitan leña, comida, apoyo. Hay compañeros cubriendo las urgencias, finalmente, afortunadamente, uno es apenas uno más.
En la reunión hay intervenciones brillantes, gente que quiere desarrollo cultural, gente que entiende que generar un evento tras otro no es hacer cultura, gente que no durará unos años en el cargo mientras ve el próximo escalón.
Gente que llegó para quedarse a ensuciarse las manos en el oficio. En un descanso alguien me cuenta que el Director Nacional de Cultura, mal llamado ministro llegó a una convención con guardaespaldas… ¿Será cierto? De ser así…puf… Casi la copia del accionar de los actos oficiales en Nacimiento.
Vuelvo a intervenir cuando se habla de participación ciudadana y cultura, encasillan un par de opiniones en la cuadrícula prolija de una planilla y eso es todo. Participamos. Me molesto.
Rescato aportes y demandas. Porcentajes fijos de presupuesto municipal para cultura, que se establezca por ley la creación de departamentos de desarrollo cultural que dependan directamente de los alcaldes, que ojalá se concreten diplomados de desarrollo cultural y no de esa gestión que solo suma y multiplica y resta audiencias por consumos varios.
Todo dentro del marco surrealista de un país que aún está sin reconocer a cabalidad que la educación es responsabilidad del estado. Que aún no entiende que hay que establecer políticas que vayan más allá del gobierno de turno. Complejo de Atila que le dicen.
Y entonces me quiero dormir y despertar y comprobar que todo fue un mal sueño. Pero no puedo.
Nombraron Ministro de Energía, otro nombre, que aún magallánico representa la misma política.
Entonces seguro, nos levantaremos temprano, reunión, asamblea, conferencia de prensa y a esperar el lunes mientras lo que queda del viernes se funde en el humo del último cigarrillo de la semana.
Esto de ser una ciudadana cultural tiene sus bemoles.
(1)Rodríguez R., J.: (2007) El palimpsesto de la ciudad: ciudad educadora Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros/2007a/