Mucho se dice acerca de la inexistencia de la variable calidad a la hora de las reformas que se están discutiendo. Sobre esto tengo alguna experiencia y opinión que quisiera compartir.
Hay al menos tres aspectos a revisar en la variable calidad, a saber, lo concerniente a los estudiantes, lo que corresponde a los académicos y lo propio de las autoridades académicas.
De los primeros varios son los aspectos a considerar. En primer lugar el sistema de selección.Este por antonomasia es malo y sólo diferencia en la cantidad de conocimiento adquirido mas no en las habilidades de los estudiantes. Sobre este aspecto podríamos redactar miles de argumentos (en pro y en contra del mismo) pero el hecho, es que no discierne en los aspectos que debiera a la hora de seleccionar a un estudiante apto para tal o cual carrera.
Dado el hecho que el sistema de selección es el que hay, los estudiantes son seleccionados por las universidades e institutos considerando otros aspectos, de los cuales uno de los más importantes es la capacidad de pago, pero esto no viene al caso en mi análisis y es materia también de otros escritos.
Los estudiantes ya en pleno desarrollo de sus estudios han sido empoderados de tal irracional manera que su opinión es la que rige los destinos de sus propias carreras. Si bien es importante su participación en la creación y desarrollo de espacios estudiantiles, se les ha considerado también en la decisión de asuntos estrictamente académicos.
Esto es tan así, que de ellos depende la continuidad laboral de muchos docentes, que muchas veces siendo autoridades en sus respectivas áreas del conocimiento son desechados por ser “malos profesores”, siendo esto último sinónimo de “malos motivadores”, “malos evaluadores”, “malos profesionales” etc.
La mentada Evaluación Docente implementada en la casi totalidad de las instituciones no hace sino entregar a los estudiantes la oportunidad de diseñar a su propio antojo sus carreras, pues además se les consulta acerca de la pertinencia de asignaturas y materias.
Además se les ha entregado la posibilidad de decidir acerca de porcentajes de asistencia a clases, notas mínimas de eximición de examen, etc. Todo lo que tiene que ver con inventados “derechos” es más importante que sus propios deberes, los que no son considerados y atentan contra la excelencia académica. He sido testigo que por culpa de estudiantes flojos (los que más conocen de sus supuestos derechos) docentes de alta calidad son “invitados” por las autoridades académicas a “mejorar” sus sistemas de enseñanza y evaluación dado que han sido mal evaluados por los estudiantes. Y muchos han sido “desvinculados” por no haber mejorado es estos aspectos. Primer pucha.
Los académicos por su parte, son sometidos a las ya mencionadas evaluaciones, a una cada vez mayor inversión de tiempo para “planificar” (lo pongo entre comillas porque si bien es cierto que esta actividad es practicada desde siempre por los académicos, no es menos cierto que se han diseñado sistemas informáticos que hacen de esta práctica una metodología inhumana y ajena a toda realidad temporal y de variables que son endémicas al desarrollo de la actividad docente), a “subir” a las plataformas informáticas todo, esto es, las fechas de pruebas, las recuperaciones de clases (incluso las clases perdidas por sus propias marchas y paros estudiantiles), los contenidos, las guías de trabajo, la bibliografía fotocopiada (no saben ir a la biblioteca, muchos ni la conocen), el día del profesor, el día del alumno, el día del joven combatiente, el paro de micros, la fecha de sus cumpleaños y de su santo,etc., etc.
Y todo esto bajo un sistema contractual miserable que los obliga a trabajar desde sus hogares muchas más horas de las que se les están pagando, que dicho sea de paso, a la mayoría de los académicos se les paga por hora de clases y esto involucra más obligaciones de las que el propio dinero pueda pagar, pero la pega es la pega y hay que cuidarla.
Como sea, actualmente es mejor docente quien realiza todas las actividades que se les solicita desde la autoridad y quienes deben motivar a los estudiantes (desentendiendo que estos estudian los que les gusta y por lo mismo se supone que están motivados), sin importar que sean reconocidos en sus campos de conocimiento y que muchas veces ostenten grados académicos de magister, doctor y/o valorados como altos académicos por la sociedad específica pertinente. O sea, si el alumno no aprende, es culpa del docente y no de los estudiantes. Segundo pucha.
Las autoridades académicas hacen suyo el mecanismo actual y ponen por sobre todo la opinión de los alumnos como la variable más importante a la hora de encontrar soluciones y mejoras a los procesos académicos. Seguramente esto obedece a la solicitud de autoridades superiores, las que requieren de cifras positivas en términos de rendimiento, retención de estudiantes, porcentajes de titulación, etc. para poder acceder a la Acreditación (de esto hay que escribir mucho en otros artículos).
El hecho es que por lo dicho y seguramente esgrimiendo cualidades de líder mediático y/o de resultados en las variables acreditables, y vulnerando totalmente la tradición y por cierto la calidad, hoy en día es posible encontrar autoridades académicas que sin haber desarrollado carrera verdaderamente académica universitaria como se debe, lo son. Es así que encontramos Decanos y Directores de Escuela y de Carrera sin pos grado e incluso algunas veces sin título universitario (ni siquiera de esos que hoy se obtienen por correspondencia), pero son del gusto de los clientes,perdón, de los alumnos, los que ahora se hacen llamar “estudiantes” dado que el calificativo de alumno, que significa “sin luz” los ofende. Tercer pucha.
Entonces, aunque no generalizado, el escenario es:
Autoridades académicas dedicadas a dar el gusto a los estudiantes. Estudiantes que hacen lo que quieren y los académicos como la salchicha del completo (no sé cómo se escribe “zanduish” para haber escrito jamón).
Creo que se requiere de autoridades académicas que hayan hecho verdadera carrera académica, que hayan estudiado pos-grado y que pongan la calidad académica por sobre cualquier variable. Académicos que sean respetados y valorados por sus autoridades y que tengan la posibilidad de hacer su labor en ambientes contractuales también de calidad y con el reconocimiento debido de sus jefes y estudiantes. Y finalmente de estudiantes que se dediquen a estudiar, aprender, a considerar que la posibilidad de alcanzar una profesión, sea cual sea el sistema que les tocó vivir, no es sino el mejor de los emprendimientos personales para mañana ser mejores personas y profesionales de calidad.
La calidad es la variable que mejor definirá el futuro de todos, entonces dejemos a la mediocridad y la demagogia fuera de las gestiones académicas y de las aulas. Serán mejores profesionales los que se esfuercen y soporten el rigor académico.
Por cierto que muchas Facultades y Escuelas no obedecen a esta realidad, pero sobre la misma realidad esto existe en varias universidades e institutos, especialmente de las que reciben alumnos por debajo de la cota PSU600.
Ojalá la autoridad ministerial intervenga en las variables que menciono. O sea, obligar tener autoridades académicas de verdad, sin que esto sea por ejemplo haber escrito lindas canciones, poemas vistosos o ser hijo de alguien circunstancialmente reconocido. La actualidad reciente da fe de que ser hijo de alguien no es garantía de nada, docentes competentes y valorados (académica y laboralmente) y estudiantes que hagan lo que tiene que hacer, es decir estudiar.
Como dijo un emblemático Presidente de Chile en un recordado discurso “…el académico universitario respeta al buen alumno, y tendrá que respetar sus ideas cuales quiera que sean…”. Pero primero hay que ser buen alumno pues.