La comuna de Santiago es un sumidero al aire libre a vista y paciencia de la autoridad de turno, un albañal abierto, rebasado de desperdicios caídos por la puerta maltrecha del contenedor insuficiente,una montaña de roña expuesta al calor, que se repite en decenas de esquinas abandonadas.
Ojalá en una columna de opinión se pudiera mostrar fotos, así se atendería de mejor manera el patético espectáculo de la basura en la comuna de Santiago. Hasta me parece haber visto pasar a Travis, protagonista de Taxi Driver, por Vicuña Mackenna poniente, pidiendo una lluvia divina para limpiar tanta pestilencia.
Si usted se ubica en esa vereda podrá constatar como campean los microbasurales, el robo de contendores y el desperdicio acumulado.
Al mismo tiempo, si cruza a la vereda oriente de la misma avenida, administrada por la comuna de Providencia, la cordillera de escombrosse acaba por arte de magia.
¿Una muestra más del clasismo? ¿O es que doña Josefa ha hecho mejor el trabajo que Carolina, Pablo, Raúl, Joaquín, o Jaime?
La comuna de Santiago posee enormes recursos, pues alberga la administración del Estado e importantísimos grupos económicos, a miles de vecinos a los cuales cobran por el retiro de la basura. Sería el colmo que la autoridad de turno diga ahora que no posee los recursos para proceder.
Las serranías de basuras se repiten en decenas de barrios y se reproducen gracias al deficiente sistema de recolección. Cuando se consulta a los funcionarios, las explicaciones son pedestres, porque el deporte entre los alcaldes de turno en esa municipalidad, es pasarse la pelota, sobre todo en época de elecciones.
La autoridad de hoy le reprocha a la anterior haber heredado una situación caótica respecto a la cantidad de camiones, con mafias comercializadoras de contenedores robados y vecinos culpables. Me dijo un funcionario: “sí, porque no son personas tan evolucionadas” como en Providencia.
Durante la última campaña electoral la candidata y hoy alcaldesa denunció por los medios que Zalaquett hacía mal uso de los recursos para poner muchos contenedores, a pocos meses de la fecha de los comicios.
Al mismo tiempo, en su web prometía que durante su período habría “un plan comunal de reciclaje, habrá un sistema de retiro domiciliario de la basura separada”. Estamos a medio camino, no hay una mejora en el sistema básico y Santiago sigue siendo un vertedero al aire libre.
De seguro todo es culpa de los ediles anteriores, sobre todo del alcalde de La Pérgola de las Flores.
La alcaldesa actual tiene un enorme deber y gran oportunidad. Si el inconveniente número uno es el robo de los dispensadores, entonces debe convocarse a un concurso nacional de diseñadores industriales, para dar con un tipo de receptáculo que no se pueda desvalijar.
Las bicicletas públicas se enfrentaron a ese desafío y se importaron modelos no lucrativos para los potenciales ladrones. Hay enorme cantidad de buenos diseñadores industriales en Chile y para algo así, la autoridad tendría toda la prensa que anhelan los ediles cuando logran algo.
Por otro lado, existe experiencia atiborrada para salir a copiar, pues no hay que re inventar la rueda. Quienes co gobiernan Chile y se turnan en los puestos son gente viajada, han estudiado y vivido en ciudades del primer mundo, supongo podrían generar un convenio con alguna ciudad limpia para implementar un plan definitivo.
Este asunto debería haber sido la medida número uno de la actual administración. La comuna lleva décadas sobrepoblada y quien desee ser alcalde o alcaldesa por vocación debe saber, dormir, comer, caminar y resolver este problema grave. Da vergüenza ajena, Santiago centro es el living de Chile y ésto es ver un montón de basura en nuestra sala, donde compartimos con la familia o recibimos visitas.
Si la elite hubiera poblado desde 1990 esta comuna, el descalabro de basureo al aire libre no habría gangrenado. Se nota demasiado que los alcaldes sucedidos por la comuna no viven, ni han habitado en ésta.
Si la alcaldesa actual tiene su domicilio en la comuna sería bueno resolver el asunto, pues significaría que también debe encontrarse con una montaña de desperdicios en su esquina cuando llega a su casa por la tarde.
Para recordar cómo era Santiago centro y sus barrios, basta sólo que usted cruce Vicuña Mackenna, de la vereda poniente a la oriente, sólo así dejará de ver microbasurales.