01 feb 2015

Trotsky y la Marilyn

Es el título de la primera novela de Genaro Arriagada, el mismo que acostumbramos  ver en los medios opinando de política, pero en este caso se trasladó a la narrativa.

Aventura exitosa, pues no se trata de un ensayo político con un envoltorio literario, sino de un texto con una trama con suspenso, personajes bien delineados e incluso un sorprendente erotismo si uno se remite a la seria presencia pública del autor. Aquí, se expresa  más libremente con sus sabrosas descripciones del cuerpo femenino.

¿Qué relación hay entre los personajes del título? Un personaje pregunta “a ver, a ver, ¿cuál es el mensaje revolucionario que va entre la pera de Trotsky y las piernas de la Marilyn”? La mera visión de la tapa del libro es un acierto para echar a andar la imaginación. La Marilyn con su maravillosa sexualidad aparece gustosamente acosada por un posesivo Leon, inolvidable.

Trotsky, aparece ocasionalmente, aunque ha tenido una presencia más frecuente en varias expresiones, entre ellas, en “El hombre que amaba los perros”, la novela de Leonardo Padura, sobre su asesinato en México, hasta la invocación de algunos movimientos estudiantiles cercanos al anarquismo que, como tal, lo citan como su inspirador. Pero, la novela no trata solamente de la relación entre la bella y el revolucionario, es mucho más.

Un buen novelista elabora con su imaginación, su destreza narrativa y su experiencia vital. Aquí entra a jugar el elemento político, que aporta Genaro Arriagada. Si bien los personajes son ficticios, actúan en un mundo real.

En primer lugar, el escenario; en este caso la acción transcurre desde la noche previa al Golpe Militar de 1973 hasta el acto masivo en el Parque O’Higgins en que culmina la campaña del NO. Este trasfondo lo hace una valiosa lectura para todas las edades; los viejos para reexaminar las vivencias de este dramático período y quienes eran muy jóvenes o no habían nacido, para entender porqué se ha llegado al presente, valorizar lo ganado y entender mejor a los mayores.

Los personajes principales ilustran bien diferentes grupos sociales, en su diversidad. Octavio, intenso creyente en la revolución, a pesar que Allende fue elegido sin tener la mayoría ciudadana, confiaba que se lograría con “la batalla de la producción” y es víctima de ese enfrentamiento, en que desde los inicios del Golpe aparece la brutalidad del régimen militar.

Matías constituye un personaje particularmente dramático. A pesar de su origen “pequeño burgués” es un fiel militante comunista, que después de persecuciones termina exiliado en la Alemania Oriental.  El aparato partidario, autoritario y vertical, lo confina a una posición degradada, a la espera que triunfe la resistencia interna en Chile, a pesar que tal como lo señala la novela, “la masa del país había asumido la obediencia”, todo lo cual ocasiona la destrucción de su autoestima y su familia, para terminar trasladándose a Suecia, donde recupera sus destrezas laborales.

Estanislao, otro PC hasta el final, resulta desplazado cuando no es partidario de la vía violenta en una fase desafortunada de la trayectoria partidaria a comienzos de los 80.

Alfredo es el eterno opositor y, por lo tanto, sin resultados. Contrario a la Unidad Popular y después a Pinochet. El estar “ajeno” durante más de dos décadas le impide participar en las decisiones en las cuales le gustaría ser actor; pertenece a esa generación postergada durante tantos años.

Por lo tanto, es un espectador, que reconoce que desde el comienzo de la Dictadura expresa que “todos lo sabíamos”, en relación a los horrores que ocurrían, sin miradas hipócritas como muchos, y a diferencia de otros también participaron argumentando que lo hicieron “para evitar algo peor”.

Un personaje de interés es Juan Manuel Cooper, que reúne las características tan resaltantes en la actualidad, del especialista temprano en realizar “pasadas” ilegítimas. Es el intermediario en la compra de acciones que realizaba el gobierno de Pinochet a los empresarios vendedores, especialmente en el sector bancario, en operaciones que en muchos casos quedaron sin formalizar, en un “área rara”, de la cual se aprovechó y fue el origen de su fortuna, con la complicidad de Heraldo Palacios, una especie de “Mamo”, jefe de la Policía Secreta del Gobierno, y a partir de lo cual pasa a formar parte de los “niños vivos” que han proliferado en la actualidad. En la novela, Cooper se pasa de vivo y termina en la cárcel.

Bueno, no se trata de contar la novela y de dárselas de crítico literario. Las novelas se pueden comentar, pero para disfrutarlas hay que leerlas, lo que en este caso se recomienda.

A propósito, para conocer la relación entre Trotsky y la Marilyn, parta por comprar el libro, con lo cual también contribuirá a financiar los desayunos escolares pagando el IVA.

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