Cuesta entender la forma en que la derecha hace oposición. La única retroexcavadora que vemos en la política nacional, es la de la UDI que ha resuelto salir a destrozar cualquier esfuerzo de cambio, con tal de que las demandas de la ciudadanía no avancen, se entrampen y se hundan en una campaña del terror francamente fanática.
Contra el extremismo, la estrechez de miradas, contra el uso del miedo como herramienta de acción política, contra la utilización de las legítimas aspiraciones y temores de las familias pobres de Chile, yo me rebelo.
Me rebelo porque no creo que sea ético ni tolerable que se utilicen las instituciones republicanas y democráticas para demoler las demandas de la gente. Las reformas tributaria, educacional y laboral fueron pedidas y elegidas por los votantes, por lo que es deber de un gobierno que hace su tarea y dirige el país de frente a los chilenos, cumplir la palabra empeñada.
La UDI pareciera no querer creer que esto es así, ni tampoco pareciera querer respetar la voluntad popular. Contra eso, yo me rebelo. También me rebelo contra el pésimo gusto de sus parlamentarios, de dirigir campañas que recuerdan tristes y temibles épocas de la historia de la humanidad, llenas de odio, terror gratuito y de estereotipos que estigmatizan a la política.
Hemos visto propaganda pagada en la que se afirma que la reforma educacional va a significar el cierre del 70% de los colegios subvencionados, lo cual es enteramente falso, una franca mentira al país. La educación que es financiada por el Estado, en todas sus formas, debe ser de calidad y debe garantizar derechos que son irrenunciables para las familias.
Acá, primero está el derecho de los jóvenes a recibir una enseñanza que los prepare para sus desafíos futuros, que les dé herramientas de crecimiento y –en algunos casos- que los lleve a dar el salto social. El derecho de los dueños de empresas de educación, puede esperar y definitivamente está después. Este cambio es el que está impulsando el gobierno y sólo la mezquindad de una derecha muy dogmática permite entender tanto encono, tanto enojo y tanta virulencia.
Esta reforma busca precisamente defender a los padres y apoderados que merecen una educación de calidad y gratuita para sus hijos. Esta reforma además, va a salvaguardar los derechos de los sostenedores a quienes se les retribuirá debidamente por la inversión que han hecho, ya que lo que tenemos que salvaguardar es la defensa de quienes han sacado proyectos educativo adelante frente a quienes sólo han visto en la educación un negocio más.
Pero yo me rebelo contra quienes creen que pueden torcer la soberanía popular fuera de las urnas, con millonarias campañas comunicacionales. Yo me rebelo contra ese estilo de hacer oposición de la UDI; es comprensible que estén nerviosos por los efectos que pudiera tener el caso Penta, pero hay hechos que están fuera de todo límite en la necesaria convivencia política.
Contra la intolerancia, la falta de serenidad, de solidaridad, yo me rebelo.
Lo hago porque creo profundamente que la reforma educacional viene a poner un poco de justicia social, de actitud solidaria frente a los que han estado discriminados por décadas y por generaciones.
Que la UDI defienda los intereses de los sectores más acomodados es completamente legítimo, pero que lo hagan supuestamente defendiendo a los más desposeídos, es de una desfachatez inusitada. Contra eso, todos nos rebelamos.