“Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia de Cristo. Perdona este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido. Estas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo.”
Fue la respuesta inmediata del Pontífice para un profesor universitario de Granada, que le contó en cinco páginas los abusos sexuales que sufrió de niño y adolescente por parte de sacerdotes de su localidad.
Una gran diferencia con los hechos ocurridos en Chile. La actitud dista mucho de ser oportuna y veraz. El peso de la opinión pública indignada, obligó a que los Obispos levantaran su voz para no seguir perdiendo credibilidad.
La declaración oficial de la Conferencia Episcopal en su última reunión, en Punta de Tralca,señala en el punto 16: “Con profundo dolor y vergüenza hemos conocido en su estado actual, una nueva sentencia condenatoria en contra de un clérigo por abuso sexual a una menor”.
Más vale tarde que nunca, como dice un antiguo refrán popular.Aun cuando la misma se refiera más al cura pederasta que a la víctima de iniciales J.P.GH.M. la que debió ser el centro de atención y preocupación por las responsabilidades morales que les cabe, al mantener al interior de la Iglesia a este tipo de sacerdotes.
Francisco nos da una lección de humildad, humanidad y arrepentimiento expresado en hechos concretos, diciendo: “No he podido más que emocionarme y sentir un dolor inmenso al leer tu relato.” Inmediatamente ordenó al Arzobispado de Granada, suspendiera a los curas y el juzgado local abrió una investigación a 12 personas supuestamente involucradas.
Con una generosidad que sorprende, de invaluable espíritu, demostrando al mundo entero que la Iglesia no puede ni debe seguir amparando, menos protegiendo institucionalmente tales aberraciones y perversiones en su interior, es que invitó al español denunciante, a participar en la comisión de víctimas de abusos por parte de sacerdotes católicos, presidida por el cardenal O’Malley, quien tiene la orden perentoria de evacuar un informe en diciembre del presente año.
Son demasiados los casos espeluznantes que se destapan a diario. La justicia canónica y civil, tienen que actuar ipso facto, despejar hasta la más mínima sospecha de grave incumplimiento a sus deberes morales y éticos de curas , monjas u obispos involucrados en este tipo de acusaciones, no se trata de una caza de brujas, se trata de limpiar la casa de todo vestigio que huela a podredumbre.
Ya no basta con decir“lo sentimos y rezaremos por las víctimas y sus familiares.”No es suficiente, porque en este caso no se persigue una justa indemnización pecuniaria. Es que el mal hay que erradicarlo de raíz. No pueden seguir escondiendo la cabeza como el avestruz; mientras pasan víctimas inocentes, niños o niñas por los domicilios de estos insanos, jamás habrá paz ni menos seguridad en los colegios o casas parroquiales.
La valentía del Papa, primer latinoamericano que ocupa el sillón de Pedro, sucesor de Cristo quien sufriera en la Cruz, es realmente admirable. En tan poco tiempo está recuperando la confianza en la Iglesia católica. Es recomendable que la curia chilena siguiera su ejemplo, al menos en defender a las víctimas y no a los victimarios, ni mucho menos, hacer vista gorda a las no pocas denuncias.
Será una larga tarea, una misión compleja la que le traerá más de un dolor de cabeza, de los endemoniados que pululan a su alrededor, es un deber sagrado, yo creo firmemente que sabe del rol que le tocó jugar en este periodo tan sumamente enmarañado.
Conocida la condena por abusos sexuales en contra de John O’Reilly se instaló un debate que probablemente refleja una de las tantas hipocresías de la sociedad chilena. En una carta que circula al interior del Colegio Cumbres y en otros círculos de la élite, reiteró su inocencia y agregó que “lamentablemente he llegado a la conclusión (de) que la justicia civil no existe”.
Para hacer honor a la verdad, nadie podría extrañarse por tal conducta ni menos reprochársela, en circunstancia que se ajusta a lo que habitualmente manifiesta todo delincuente, al menos así ha sido declarado por nuestros tribunales” señaló Jorge Navarrete, conocido abogado y articulista.
Es impresentable argumentar que no se cree en la justicia cuando el veredicto es adverso.Sólo recibió 4 años de libertad vigilada por abusos sexuales reiterados contra una ex alumna del exclusivo Colegio Cumbres. En cambio, a un ladrón de gallinas, las condenas son mucho más altas y con encarcelamiento de inmediato.
La negativa de apelar del abogado defensor Luis Hermosilla y de su defendido el cura pedófilo, fue simplemente porque estaban conscientes de que podría haberlo llevado a una condena mucho más acorde al daño cometido y terminar encerrado en la cárcel.
Es de esperar que Ezzati tenga la misma agilidad de mandar los antecedentes a la justicia canónica, como tuvo, para acusar a los curas Aldunate, Puga y Berrios, en complicidad con el Nuncio Apostólico, por denunciar las atrocidades y desigualdades que se cometen en Chile bajo el imperio de una Iglesia ciega sorda y muda.
Abrigamos la sana esperanza de que se le elimine la nacionalización por gracia que el Parlamento chileno le concedió, desconociendo los obscuros y siniestros antecedentes que ocultaba O’Reilly en su desquiciada doble personalidad.