Manuel representó la constancia y perseverancia de los dirigentes sindicales, de sus luchas por mejorar las leyes y los ordenamientos que norman la vida organizacional, la resolución del conflicto, la retribución del trabajo. Lucha, muchas veces difícil, sin logros inmediatos, poco reconocida y valorada, pero que llevó adelante con perseverancia y constancia.
Esta preocupación por la justicia social, por los derechos y libertades, por los intereses concretos de los trabajadores/as, por sus mejores niveles salariales y de condiciones de trabajo, constituyó su vocación, su aporte y su entrega generosa, sostenida en sí misma, no por gratificaciones o retribuciones, sino sólo por esta decisión de ponerse al servicio de los demás.
Manuel llegó del campo a la ciudad cuando era un adolecente. Ingresó a trabajar en una empresa textil cuando en Chile se iniciaba la “Revolución en Libertad”. Pronto se transformó en líder sindical de los obreros en su empresa y trascendió las fronteras del sindicato base. Inició un proceso de acumulación de fuerza con sindicatos de otras empresas textiles para alcanzar una negociación colectiva por rama de la producción que permitiera mejores condiciones económicas y sociales. Así se convirtió en dirigente de la Federación Nacional de Trabajadores Textiles.
Durante el gobierno del Presidente Allende la Central Única de Trabajadores, CUT, se democratizó internamente y sus dirigentes nacionales fueron electos a través de elecciones universales. Así Manuel llegó a las esferas más altas del sindicalismo chileno, integrando la lista que apoyaban los democratacristianos.
En esos años, entre 1964 y 1973, los trabajadores obtuvieron el nivel más elevado de desarrollo. Más que se triplicó el número de trabajadores sindicalizados, también aumentó su capacidad de negociación y de presión.
Manuel sobrevivió a la dictadura. La cárcel, la relegación y el exilio no lo amedrentaron.La represión, y una normativa laboral que pretendió lisa y llanamente exterminar los sindicatos, no impidió que Manuel, junto a otros dirigentes sindicales, encabezaran un movimiento sindical unitario, activo, comprometido, con poder de movilización. Que se movilizó masiva y valerosamente a favor de la igualdad, la justicia social, la libertad, la democracia y por mejores condiciones de vida.
Eran objetivos comunes a pesar de las diferencias existentes entre sus dirigentes.Fueron los años heroicos de la Coordinadora Nacional Sindical, CNS. Unidad en la diversidad fue la consigna hecha realidad y la clave que contribuyó decisivamente a derrotar la dictadura. Y entregar a los trabajadores chilenos una Central Unitaria de Trabajadores.
Manuel se transformó en un líder nacional, trascendió las fronteras de Chile y ocupó altos cargos en el sindicalismo internacional. Fue electo delegado de los trabajadores ante el Consejo de Administración de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).
Fue recibido por el Papa, por Reyes, Presidentes y Primeros Ministros, por numerosos líderes políticos y sociales de distintos países. Ante ellos expuso las injusticias, las violaciones a los derechos humanos, pero sobre todo la esperanza de los trabajadores/as por alcanzar prontamente la libertad y la paz.
Así Manuel, junto a tantos dirigentes sindicales, muchos de ellos cayeron en el camino, superaba uno de los periodos más siniestros de nuestra historia, con un movimiento sindical organizado y unitario, pero visiblemente debilitado, la represión física y una normativa laboral anti sindical causaron sus estragos.
Junto con el fin de la dictadura, llegó un período de transición, de búsqueda de nueva identidad, originado por los cambios en las políticas económicas, el nuevo papel del Estado y otra serie de factores de orden histórico y político. Un cambio de época que desplazó las pautas de conducta, los valores, los sistemas y las formas de convivencia.
Este proceso comenzó a diversificar y trasformar profundamente las clases y sectores sociales sobre las cuales se había construido el sindicalismo, afectando a la naturaleza de sus demandas.
Pero además los trabajadores/as pagaron los costos de la difícil democratización. El gobierno de Aylwin optó por la continuidad económica. Este modelo económico, mantenido por los sucesivos gobiernos, favoreció la concentración del poder económico, el monopolio y los acuerdos transversales de empresas, con lo que se afectó la transparencia del mercado y se dejó entregada a esas voluntades la distribución de los beneficios del trabajo y del capital.
Una de las formas más duras del capitalismo tomó forma en Chile. El instrumento privilegiado para mantenerlo ha sido la aplicación del Plan Laboral ideado por la dictadura, el actual modelo de relaciones laborales.
Manuel como presidente de la CUT, también pagó los costos de la transición. La CUT optó por consolidar el proceso democrático posponiendo las demandas y reivindicaciones de los/as trabajadores/as, reprimidas durante la dictadura, y postergando el cambio del modelo de relaciones laborales.
Manuel dejó la presidencia de la CUT. El movimiento sindical se dispersó, surgieron otras centrales sindicales, los niveles de sindicalización continuaron en descenso, las prácticas anti sindicales arreciaron. La prometida reforma laboral continuó esperando, y el modelo de relaciones laborales cumplía su rol para la que fue creado: destruir a los sindicatos.
Manuel, el “huaso” querido falleció un 27 de septiembre de 1999 siendo Diputado de la República de Chile.