Gran tristeza, para sus admiradores, significó la noticia del suicidio de actor Robin Williams.Personalmente me gustaban muchos sus películas, ya que nos hacía ingresar a un mundo de valores y principios que encendía en nuestros corazones la voluntad de servir más y mejor y nos conducía hacia aquellas latitudes interiores, que nos hacía soñar, otras veces despertar y de continuo nos animaba a servir con pasión y dedicación a los más postergados y a los sufrientes como cuando protagonizó a Patch Adams.
Él tenía ese ángel que pocas personas lo poseen, el de despertar conciencias, estimular el bien, proponer propósitos, denunciar la injusticia y amar dulce y silenciosamente.
¿Qué pasó Robin? ¿Por qué llegaste a esa decisión con tu vida? Hombre admirado, respetado, con fortuna, éxito, reconocimiento, una persona como pocas, en medio de este mundo frívolo, violento, hipócrita y superficial.
Este hecho que conmocionó al mundo, me hizo pensar que a este gran actor le falló como, a tantos seres humanos que conocemos, el para qué. En este aspecto la pregunta fundamental que tal vez no se hizo y que tiene que ver con el sentido de las cosas, ¿para qué existo y hago lo que hago?
En lo profundo se trata del sentido de la vida, cuestión que no es tan obvia para una inmensa muchedumbre y que al carecer de aquello, o no resolverlo, se es precipitado hacia la nada, hacia el horror del presente, el infierno sin esperanza, a la muerte a destiempo, o antes de tiempo.
Lo veo todos los días, en el contacto cotidiano con los jóvenes que se encuentran privados de libertad. Hombres y mujeres que vagan por túneles oscuros en donde no vislumbran esperanza, arraigo, ni mañana. Así la cosas, todo da lo mismo, la violencia sin límite, el consumo de drogas desenfrenado, las acciones sin análisis y el riesgo imprudente y sin confín.
La tarea de Fundación Paternitas en todos sus ámbitos, en que trabaja con la gente, es la de humanizar, es decir llevar al usuario a sus máximas capacidades, la voluntad de elegir con las consecuencias que eso significa, y por sobre todo el cultivo en el corazón de las semillas del para qué: “sufrimos, pasé hambre, fui explotado, abusado, mal tratado, abandonado, humillado, deshumanizado”.
Al quedarse en el círculo demoníaco del pasado, nunca se levantan, acentuando frustraciones, amarguras, odios, venganzas, pudiendo ser las causas de las desventuras y las muertes prematuras.
Considerando lo anterior, la identidad y el plus de la Fundación es ayudar a desentrañar la riqueza inconmensurable y desconocida que hay en cada persona, aceptarla como don gratuito y con la fuerza espiritual que reside en cada cual ponerla al servicio de los demás.