Michelle Bachelet sacó el 62% de los votos en la segunda vuelta presidencial del año pasado, obteniendo un contundente triunfo sobre la candidata de la Alianza, a lo que se sumó la amplia mayoría obtenida por el oficialismo en las elecciones legislativas 2013.
Ambas victorias apoyadas en un programa que tiene como principal propósito sacar adelante durante el mandato tres grandes reformas: tributaria, educacional y constitucional.
Sin embargo, el Gobierno y la Nueva Mayoría han confundido el inicial amplio apoyo ciudadano para llevar a cabo estas reformas con facilidad para aprobar cada uno de los proyectos presentados.
El nuevo ciclo político se ha entrampado más de la cuenta y algunos hablan, a esta altura, de que comenzó un “segundo tiempo” en las reformas.
No es extraño que la población estuviera de acuerdo con realizar una reforma tributaria, que buscara reducir la desigualdad y cuyos fondos se destinaran principalmente a la reforma educacional, estableciendo la gratuidad para todos los estudiantes a nivel universitario y teniendo como objeto mejorar la calidad de la educación. Es difícil estar en contra de políticas tan bien intencionadas.
Pero el panorama político frente a las reformas ha cambiado, sobre todo cuando aumenta la percepción ciudadana de que todas estas transformaciones no tienen un destino claro, el Estado tendrá un rol excesivo en la vida de las personas, los niveles de apoyo a las reformas emblemáticas bajan, el crecimiento del país es menor al de los últimos años, crece la idea de que la clase media se verá afectada por la reforma tributaria, existe incertidumbre sobre el destino de los colegios particulares subvencionados y cuando en educación de lo que menos se habla es de calidad y de fortalecer la educación pública.
En teoría, el Gobierno pudo haber ocupado la mayoría que tiene en el Congreso para aprobar rápidamente sus reformas, como inicialmente pasó con la reforma tributaria en la Cámara de Diputados.
Aunque tal camino ya no parece viable, no sólo por evitar las críticas que vendrían desde la Alianza, sino que debido a que al interior de la Nueva Mayoría hay discrepancias importantes respecto a los cambios, la profundidad y velocidad de estos, y la relación con el movimiento estudiantil no es tan fácil como quisieran.
La reciente encuesta del CEP entrega datos clarificadores sobre la forma en que la gente espera que se haga política.
El 61% afirma que el debate sobre asuntos públicos en Chile hoy en día no se está desarrollando bien porque hay muchas peleas y conflictos y el 63% sostiene que le gustaría que se tratara de llegar a acuerdos entre las coaliciones políticas antes de la votación en el Congreso.
Asimismo, el 54% declara que la gente escogió a Michelle Bachelet como Presidenta por la confianza en ella como persona y sólo el 26% por su programa de gobierno.
En conclusión, lo más probable es que el Gobierno finalmente termine aprobando durante este año tanto la reforma educacional como la tributaria.Pero la forma en que lo haga importará mucho.