Hacer cosas por amor está cada vez más mal visto en nuestra sociedad actual.Ya nadie cree en el amor.Y los que todavía creemos nos sentimos aplastados por una masa que habla del amor como una ciencia milimétricamente calculada.
Si bien hay elementos del amor que se pueden racionalizar y entender de manera lógica, creo que justamente para que el amor sea amor debe tener un factor de emoción y falta de lógica.
No culpo a quienes no creen, en definitiva es como aquellos que no creen en la religión. Se han hecho tantas cosas malas en nombre del amor (y de la religión) que es fácil pensar que el amor no sirve para nada. Yo no puedo ser parte de ese club, para mí lo que más sentido hace en la vida es la capacidad que tenemos de amar y ser amados. Al final, incluso los incrédulos quieren sentirse amados.
La parte compleja es lo que cuesta amar, porque nadie nos enseña. Algo así como que nadie nos enseña a ser padres. Justamente aprendemos sobre el amor con nuestro entorno familiar, y como eso es lo único que conocemos de niños entonces al crecer podemos tener conductas y pensamientos relacionados con el amor que sean sanos y operativos, o en otros casos todo lo contrario.
Lo que sé es que no podemos quedarnos de brazos cruzados y dejar que nuestro corazón se vuelva de piedra. Esa fachada fuerte y fría no convence a nadie. Lo que pasa es que amar a otros nos da miedo. Significa exponer como somos en realidad, mostrarnos sin máscaras y caretas delante de otra persona que puede terminar haciéndonos daño. Amar significa ser vulnerables y nuestra sociedad nos dice que eso es malo.
No le hagamos más caso a la sociedad, esa que ahora sólo nos enseña a pensar en nosotros mismos, a potenciar nuestro supuesto dios interior y a ganar mucho dinero para comprar una falsa sensación de amor y aceptación. Por favor no la escuchemos más.
Tratemos de amar sin esperar que nos amen, sin esperar que nos reconozcan y nos hagan una estatua. Corramos el riesgo de amar, equivocarnos, disfrutar y sufrir pero amar al fin.
Y no pensemos en el amor solamente de pareja, sino de amistad, de ayudar al necesitado, de familia y vocación. Amar la vida, porque no hay otra.