A mí no me sorprende que el nuevo gabinete de Bachelet tenga una enorme mayoría de hombres, pues siempre supimos que la energía masculina predominaría en este gobierno, al menos en su primer año. Nada importa que sea mujer la persona que ocupe el cargo principal, pues ya conocemos muchas mujeres que, gobernando, fueron poco más que hombres con faldas.
Sucede que Bachelet declaró que ella quería paridad entre hombres y mujeres en su gabinete y el día en que designó a sus ministros, los periodistas le preguntaron al respecto.Ella respondió: “Era lo deseable, pero no fue posible”.
Entre otras mujeres, designó a Ximena Rincón. Me gusta Ximena, le tengo cariño y admiración y yo la hubiera preferido a ella como Presidente de la República. Pero no me gustó que dejara el Senado de esta manera. Pero “alguien” me hizo ver que Bachelet la necesitaba en ese cargo.
¿Es que acaso no había otra mujer que pudiera asumir el cargo? Era necesaria. Y aun recurriendo al Congreso, no era posible armar el cuadro. Otro “alguien” me señaló: “Es que Soledad Alvear no quiso aceptar un ministerio”. Yo supe que ni siquiera se le ofreció.
Me pregunto y repregunto ¿por qué no le fue posible a Bachelet nombrar a más mujeres? ¿Es que no hay mujeres capaces de asumir esas tareas?Por supuesto que las hay, tantas o más que los hombres.
Entonces, ¿por qué no fue posible?
La primera respuesta que pude darme – mirando las cosas positivamente – es que las mujeres en general tienen menos ambición de poder que los hombres, pelean menos por los cargos y si bien están dispuestas a servir, no se desgañitan por un cargo más o un cargo menos.
Sí, pero… se trata de un gobierno encabezado por una mujer que dice que quiere tener mujeres en su gabinete, entonces ya no sería ambición de poder, sino solidaridad de género y deseo de apoyar a la señora Bachelet en su empeño.Además de su disposición de colaborar con el país.
Pero, no fue posible.
Otra hipótesis sería que los partidos son machistas y sus dirigentes impusieron a una mayoría de hombres. Eso puede ser así, siempre y cuando aceptemos que Bachelet se dejó sobrepasar por los partidos.
Pero cuando observamos quiénes son los personajes designados, parece ser que ella impuso los términos, ubicando a todos sus amigos en las posiciones claves y designando personas que le acomodaron según sus gustos personales, hasta el extremo de situar a un ambicioso pero inexperto político que hasta ahora había actuado como su secretario personal nada menos que como ministro del Interior, es decir, Vicepresidente de la República.
Entonces sólo nos queda creer que ella, la propia Bachelet, no encontró mujeres capaces y que le dieran confianza personal para ocupar los cargos ministeriales y de subsecretarías. Ni más ni menos: no fue posible, porque ella no confía en sus congéneres.
Este será, guste o no a quienes observan, un gobierno masculino, en el que sólo Ximena Rincón jugará un papel relevante en la política cumpliendo una función en la que su ser femenino (energía receptiva) será importante.
Siento decepción por este “no fue posible”, pues personalmente se me ocurren muchos nombres de mujeres que podrían ocupar los cargos del gabinete, incluso con alta superioridad sobre los hombres. Se podría hacer un gabinete que, más que paritario, podría ser mayoritario de mujeres.
Todo esto sería menos grave, si esa mayoría masculina fuera indiscutida, sólida, pero en verdad los ministros parecen fusibles de poca monta y no hay ninguna certeza de que sean capaces de llevar adelante las tareas políticas de hacer las reformas prometidas por Bachelet.
Salvo excepciones, claro (Heraldo Muñoz, Gómez, Undurraga).
Lo que queda claro es que Bachelet prefirió hombres poco significativos que mujeres capaces.¿O no fue posible porque no cree que las haya con capacidad suficiente?