Cuesta ser gobierno. No es una tarea sencilla, más aún cuando tienen que convivir concepciones políticas diferentes en un solo equipo que acompañe a la figura Presidencial.
De hecho, el debut y despedida de la derecha en La Moneda es una muestra de que cuando se hacen mal las cosas, cuando se engaña la buena fe de la ciudadanía y cuando no se cumple lo que se promete, la cuenta y el castigo es inmediato: no se reelige la coalición gobernante.
Frases muy desafortunadas como “se les acabó la fiesta a los delincuentes”, “haremos el mejor Censo de la historia”, “en 20 días hemos hecho más que la Concertación en 20 años” y varias otras que son para el olvido, deben servir de aprendizaje a una Nueva Mayoría que debe tener los pies muy bien puestos en el suelo para comenzar un gobierno en el que van a coexistir partidos con distintos puntos de vista.
Le pasará a la DC y al PC o al PS y al PPD, si es que la Presidenta Michelle Bachelet decide contar con personeros de estas filas en su gabinete.Lo que no se puede perder de vista nunca, es que la conducción política y el liderazgo lo ejerce la Mandataria y los partidos tenemos que colaborar, proponer ideas y soluciones, y apoyar cuando una decisión sea tomada.
Esa es nuestra garantía ante los ciudadanos, los actores sociales, los mercados, los países de la región y el resto del mundo: la gobernabilidad que ofrece la Nueva Mayoría. Nuestro sello debe ser el orden, el respeto y la constructividad con la que haremos gobierno día a día, ya que en la vereda del frente hay suficientes recriminaciones, cuchillos largos y renuncias que poco tienen que ofrecer a un país que quiere avanzar.
Ahora hay que enfrentar tareas de suma urgencia y trascendencia.Primero, hay que dar confianza, apoyo irrestricto y comprensión a la Presidenta para formar su equipo de gobierno. No ayudan en nada vetos ni opiniones fuera de lugar respecto de una prerrogativa que es de estricto rango presidencial.
Por otro lado, tenemos que ofrecer un panorama parlamentario claro, nítido y responsable respecto de lo que será la agenda de transformaciones políticas, sociales y económicas que la Nueva Mayoría llevará adelante en el Congreso. Es preferible que las agendas personales, dejen paso a los proyectos colectivos.
Tercero, hay que potenciar nuevos liderazgos y en eso es clave el rol que puedan jugar las generaciones nuevas de servidores públicos. Su valía se demostrará en si son capaces de mostrar la responsabilidad, empuje y seriedad que esta tarea demanda; la juventud es necesaria para reactivar la confianza de las nuevas generaciones en la política y en los políticos.
Ante todo, tenemos que gobernar con la verdad y dejar atrás este modelo del eslogan que tanto daño y frustración trajo a las familias chilenas; eso se logra con una agenda legislativa urgente y concreta respecto de temas que hemos planteado en la campaña: calidad en salud, educación y vivienda; mejoramiento del pilar social y en temas clave como la distribución de la riqueza, la equidad y las pensiones; mejorar sustantivamente el trato a las regiones de modo de dar mayor protagonismo a las personas y a los gobiernos locales.
Sobre todo, hay que actuar con un gran sentido de responsabilidad y realismo, sin que eso signifique en modo alguno renunciar a los cambios que hemos propuesto.
Hay que avanzar, negociar, mejorar, y seguir avanzando, ya que sabemos que enfrentaremos una economía en desaceleración y con un presupuesto restrictivo a pesar de los anuncios de la actual administración.
El Gobierno de la Presidenta Bachelet enfrenta grandes desafíos y es momento de que las fuerzas democráticas que la llevaron a La Moneda por segunda vez, muestren cuánto vale su trabajo, su gente, sus ideas, sus propuestas y su sintonía con el ciudadano común.
En la base, en la calle, las juntas de vecinos, los clubes deportivos, las organizaciones civiles, las regiones y en cada foro ciudadano, estará la fuerza que necesitamos para lograr un segundo periodo exitoso.