Al concluir el mes de octubre, el país está inundado de propaganda electoral, con fuerte predominio de los candidatos de los partidos de derecha, como ya se ha hecho habitual.
La mayoría consiste en una foto del o la candidata sola o acompañada, a veces hay una consigna y muy ocasionalmente, una propuesta programática.
Otro tanto sucede en el espectro radial, cuñas grabadas y tal vez, un jingle musical, se repiten una y otra vez –cansadoramente- a lo largo del día.
Con una deficiente ley, los límites al gasto electoral no constituyen límite alguno, generando condiciones de privilegio para las candidaturas presidenciales y parlamentarias que cuentan con financiamiento propio y privado.
A ello se agrega un amplio abanico de “regalitos” : espejos, aros, bolsos de compra, lápices, dulces, etc., en algunos casos sujetos a foto con el candidato.
¿De cuál democracia estábamos hablando? ¿De cuál igualdad de condiciones?
La ciudadanía ha aprendido a discriminar y a no deslumbrarse con el poder publicitario, pero esta invasión se suma a los malestares con la política institucional fuertemente mediática, de cuñas y consignas.
Nueve candidatas y candidatos presidenciales dan cuenta de la fragmentación y la renuencia de algunos sectores de la ciudadanía a validar a partidos políticos que consideran “apernados” en el binominalismo, pero también reflejan la multiplicación de sensibilidades políticas y sociales que se instalan en el nuevo ciclo que se abre en la política chilena.
Especial interés revisten las tres candidaturas de mujeres que hacen visible la pluralidad del femenino político y social, desterrando definitivamente la visión de “la mujer chilena”:
Michelle Bachelet, Evelyn Matthei y Roxana Miranda, sus discursos y propuestas expresan, sin duda, el avance de las mujeres y su capacidad de representar al conjunto de la sociedad y no sólo a mujeres.Tienen en común fuerza y elocuencia que convocan y ponen en el escenario al más amplio espectro socio-político.
Sobresale el aporte identitario y testimonial popular de Roxana Miranda que se ha hecho respetar en todos los debates.
Propuestas más, propuestas menos, las tres han apelado a las mujeres en su campaña, aunque no siempre las y los comunicadores sociales les han consultado al respecto, salvo en relación al cliché de los temas “valóricos”, en esta oportunidad, despenalización del aborto y matrimonio igualitario.
Es imperioso subsanar este evidente déficit aportando información a la ciudadanía interesada en conocer las agendas de género de candidatas y candidatos.
Más aún cuando en los sucesivos debates, no ha existido mención alguna para abordar una de las problemáticas más graves que afecta la vida de las mujeres y sus familias: la violencia en la relación de pareja.
A la fecha van 34 mujeres asesinadas por sus ( o ex) parejas y son pocos los y las candidatas que tienen propuestas concretas en el marco de su gestión legislativa y ejecutiva al respecto, desconociendo los tratados internacionales suscritos por Chile a los que ellos y ellas deberán cumplir de ser electas.