Santiago no es Chile. Hay que decirlo con pasión y fuerza. Santiago no es ni puede ser Chile.Si queremos alcanzar el tan ansiado desarrollo, dejando de ser sólo un país extractor —y en algunos casos, destructor— de recursos naturales, debemos fomentar la innovación en todo el país, no sólo en Santiago.
En estos últimos años se han dado grandes pasos hacia este propósito; sin embargo, la valoración regional, las diferencias culturales y las oportunidades de los sectores más alejados siguen patentes y no nos permiten lograr este objetivo en todo nuestro territorio.
Programas como Start-Up Chile de Corfo y la llegada de muchos extranjeros en este último tiempo han significado un inmenso apoyo para la creación de una cultura de emprendimiento e innovación, pero también se nos ha nublado la mente pensando que un proyecto innovador tiene que estar ligado necesariamente a internet y disponible en 15 idiomas en tan solo un par de días.
Siento que los rock stars foráneos que se concentran en “Ci-eM-aI” (Centro Movistar Innova) están sobrevalorados, dando menos tribuna a las pymes que, sin tanta farándula de por medio, generan el 80% de los trabajos del país y, muchas de ellas, con apuestas muy innovadoras sin tener siquiera un sitio web.
A nivel regional esto es aún más grave: la innovación se ve casi exclusivamente como un sinónimo de un sitio web con alguna aplicación en un teléfono.”Para ser innovador hay que crear el nuevo Google o Facebook”, como si no existieran pymes agrícolas o vitivinícolas desde las que llevar a cabo mejoras.
Con fuerza decimos que para alcanzar el desarrollo es un requisito descentralizar la innovación y llevarla a todos los rincones del país.La iniciativa Imagina Chile y ArribaMiPyme está bien encaminada en ese sentido, pero más que llevar “lo de Santiago a Regiones” por unos días, debemos identificar las particularidades y fortalezas de cada una de las zonas del país, para promoverlas y fomentarlas en torno a la innovación.
Más allá de aplicaciones web, las industrias que se ven tradicionales como la del salmón, la carne o la leche, tienen oportunidades únicas de crear nuevos negocios o soluciones que agreguen un valor a las personas con un potente impacto social.
La gran cantidad de recursos que el Estado pueda destinar a fondos de emprendimiento quedan estériles si no van acompañados de un desarrollo cultural y educacional de las personas que viven en esas zonas.
La mentalidad innovadora no está inmersa en los rincones más alejados, a veces hay miedos e inseguridades que son necesarios de despejar.
Creo que podemos comenzar por ampliar el concepto de innovación a todos los rincones de nuestro país y valorar como realmente se merece el aporte que hacen nuestros verdaderos rocks stars innovadores: las pymes de todo Chile.