Soy un hombre que ya tiene unas cuantas décadas encima, por lo mismo yo creía que me había pasado de todo, o por lo menos lo había visto. Hechos ocurridos hace unos días atrás me hicieron cambiar de parecer.
Fue así que tuve dos knock out que en forma indirecta me afectaron muchísimo. El día viernes recibí una llamada de carácter urgente, en donde me avisan que debo ir al negocio de mi hija pues se estaba incendiando. Siempre creí que era una llamada exagerada, pero cuando llegué, los hechos me consumieron vivo.
Llamo a mi hija, que estaba fuera de Santiago, para darle la noticia de que ha perdido todo. Ella llora y me dice “he perdido dieciséis años de mi vida”, pero luego expresó una frase que me recordó a mi padre “partí de cero y trataré de volverme a recuperar”. Lo único es que mi padre con su leguaje propio de ser hombre diría algo así como “en pelota nací y en pelota moriré”. Eso demuestra que somos una rama del mismo árbol.
Por otro lado, viendo noticias el día lunes me entero que hubo la explosión de una cañería en Valparaíso, knock out número 2.
Haciendo historia, tengo un hijo que es un pequeño empresario. De la nada y con mucho esfuerzo levantó un hotel en Cerro Alegre, llamado “Fauno”.
Me contacta por teléfono y me dice “que estamos quemados, no tenemos agua y no hemos podido abrir el restaurant, ni el hotel y consideramos que puede haber una pérdida de cinco millones de pesos”.
Nuestra conversación continúa por unos minutos y me pregunta con ironía “¿tú crees que yo pueda cobrarle algo a Esval?”. “Honestamente”, le respondí, “lo veo difícil”.
Existen efectos colaterales cuando se producen imprevistos en empresas que se llaman “sociales”, que son en el caso particular del agua, la energía eléctrica, entre otros. ¿Quién responde por ello?
La experiencia me ha enseñado que todos los que deseemos emprender tendremos contratiempos y aunque hayan pasado estos hechos tengo el mismo entusiasmo que cuando era joven.
Creo que he comprado la idea que para ser empresario hay que tener el cuero muy duro con el objeto de enfrentar la adversidad y volverse a levantar, como he explicado en reiteradas oportunidades, es por eso que siempre ando trayendo un mono porfiado, con el objeto de pegarle y ver que con una actitud positiva se puede levantar.
Es así que a porrazos he aprendido que nunca debemos tirar la esponja. Los empresarios estamos en un nicho de alto riesgo, incluso me atrevo a decir, que somos un sector muy desprestigiado.Sin duda no es fácil luchar bajo esas condiciones.
Por coincidencia en estos mismos días un empresario, al que también le ha ido mal, me solicitó que revisara su currículum con el objeto de poder encontrarle trabajo, mi respuesta inmediata fue “si ya te caíste, vuélvete a levantar”, es retroceder trabajar para otra persona. Henry Ford quebró en cinco oportunidades hasta que sacó Ford Model T, así que todavía le quedan 4 por caerse.
Bajo esa experiencia a mi hijo le dije que esto le va a suceder no sólo una vez, es probable que otros hechos lo golpeen muy fuerte, tanto que lo pueden dejar knock out, pero hay que volver a levantarse. Esa es la única lección que puedo darle.
Yo he sufrido fracasos en el mundo empresarial, en una experiencia inédita del mundo político y en la universidad. En esta última repetí un ramo porque colocaban la nota por participación en clase, yo era terriblemente tímido y no hablé durante todo el año. El profesor me reprobó, al año siguiente estuve obligado a hablar y nunca más paré. Ese fracaso me sirvió mucho en la vida, porque incluso actualmente doy charlas.
Tengan resiliencia, ánimo y fuerza para curtir la gruesa piel que caracteriza a todos los emprendedores de este país.