Un domingo a las 9 am, aun somnoliento, me preparé para ver “Una belleza nueva”, en que Cristián Warnken nos incorpora semanalmente al mundo de la cultura.Con sorpresa me encontré con el cierre del programa que había comenzado a ¡las 8 am en un día feriado!
El disgusto se transformó en ira cuando fue reemplazado por un noticiero intrascendente, ni siquiera por una cadena oficial “voluntaria” en que el Presidente Piñera, oficiando de vocero de la ONEMI, anunciara la catástrofe con la primera lluvia invernal y la interrupción de las clases escolares.
No fue sorpresiva la lectura de la columna “Respetable público” en “El Mercurio”, en que Warnken expresa que “al recibir la notificación del cambio de horario (que más bien era una forma de sacarnos de la pantalla, sin sacarnos) tuve la certeza de que esa humillación era inaceptable y que no había que ponerse de rodillas, solo para subsistir en el ‘horno crematorio’. Al negarnos a estar en esas condiciones en la pantalla, cuidamos la dignidad y respeto de nuestros creadores, pensadores e investigadores entrevistados (entre ellos varios Premios Nacionales), que merecen un trato por lo menos igual al de las “estrellas” de los realities y a tanto periodista que apenas sabe balbucear muletillas y frases deshilachadas ante los micrófonos”.
Y agrega “ por ellos y por un público abusado por el bombardeo de telebasura, hemos decidido no seguir emitiendo “Una belleza nueva” por las pantallas de una televisión que es hoy nuestra Freirina del alma, y donde la belleza está prohibida todos los días.Nos negamos a ser parte de una farsa, el “adorno cultural” de una “televisión pública” que, como muchas palabras en el Chile de hoy, es una palabra vacía. Para nosotros, por lo menos, este show no debe continuar”.
Este caso no es único, sino un reflejo del extremo mercantilismo de las políticas públicas que han empujado a la TV abierta al mundo de la chatarra, no solo por la proliferación (no la existencia) de los realities y la farándula, sino también por el ejemplo de los noticieros, que debieran ser el principal medio de información de la comunidad y hoy están transformados en una sucesión interminable de hechos de sangre, escándalos y fútbol (ni siquiera deportes), que copan el 90% del espacio, mostrando un país que no parece interesado ni siquiera en lo que ocurre en el resto del mundo.
El mercantilismo del país llegó con fuerza a la TV abierta, que tiene por objetivo únicamente la maximización de las ganancias financieras de los propietarios.
Medios que partieron desde las universidades fueron vendidos a empresarios que buscan otros objetivos, alejados del bienestar de la sociedad.
TVN ha caído en la misma lógica, dejando de ser un instrumento del Estado para la culturización y educación de la comunidad, al poner el acento en el razonamiento comercial, incentivado por la ley. Hoy no hay diferencia entre TVN y el resto de los canales privados.
Frente a esta nefasta situación caben varios caminos.
a) Modificar la ley y transformar a TVN en un canal nacional con otros objetivos que el mero autofinanciamiento, mediante aportes especiales del Estado para el cumplimiento de objetivos públicos no solo mercantiles, sino de bien común, lo cual no implica tener un canal aburrido, ya que pueden coexistir “Una belleza nueva” y “Separados”. En varios países se ha seguido con éxito esta alternativa.La actual TVN no contribuye al bienestar social ni a la pluralidad en Chile.
b) Una modificación legal que entregue la tarea de incentivar los programas culturales y educativos al Consejo Nacional de TV, pero que signifique canalizar importantes recursos en un Fondo (no un “fondito”) y que no permita la difusión de esta tarea en programas a las 8 de la mañana en un día festivo.
c) La peor de las soluciones, seguir el ejemplo de las universidades y vender el canal a algún empresario deseoso de más poder y prestigio. Al menos, se podrían destinar estos fondos para financiar la mejoría de la educación preescolar o las labores culturales y artísticas de la Universidad de Chile, que también es del Estado.
Lo que sucede con TVN es un ejemplo más de la tendencia general que existe en el país: la progresiva privatización de los espacios públicos, una de las fuentes de la desigualdad, los abusos, la indiferencia social y el malestar que invade a la comunidad.
Estas manifestaciones hacen penosa la afirmación oficial que “estamos cerca de alcanzar el desarrollo”.
¡Gracias Cristián Warnken! Al menos nos queda www.otrocanal. cl