No es fácil el tema. Sobre todo cuando la Democracia Cristiana ha desvirtuado tanto su doctrina y su política, al caer en manos de príncipes elitistas, de vocación centrista y técnica, alejada de la identidad ideológica que hizo fuerte al PDC en un momento. Porque la esencia de cualquier alianza es la identidad de quienes se alían. Si una entidad clara se vincula con una confusa, ganarán los claros aunque fuesen minorías.Probablemente en eso radica el miedo de algunos dirigentes que se esfuerzan por marcar distancias casi desesperadamente.
Veamos: hoy no hay alianza entre la DC y el PC, salvo un acuerdo marco electoral que es este pacto de “Nueva Mayoría”, cuyo objetivo es maximizar recursos en una lucha “contra” la derecha, especialmente en el área parlamentaria, aunque también en la presidencial.Se trata de intentar ganar elecciones y generar una fuerza renovadora, al menos en todo lo que pueda concordarse.
Los comunistas apoyan a Bachelet, que no es el candidato de la DC y ante eso los candidatos presidenciales derechistas, los medios de comunicación y muchos dirigentes políticos se lanzan en picada a decir que se han aliado dos fuerzas que no tienen nada que ver, sin entender que son el PPD y el PS los mentores de Bachelet (¿o al revés?) y no la DC.
Allamand quiere convertirse en el protector de la identidad ideológica de la DC y habla más de la cuenta.Tal vez haya que recordarle que él formó su partido cuando Jarpa, ministro del Interior de Pinochet, lo llamó para darle una salida a la dictadura en un marco formal, sin tener que rendirse a la UDI. Él se creyó salvador de Pinochet y ahora quiere salvar a la DC.
Entiendo que el tema es si la DC puede aliarse con el PC.
Veamos. Si se hace una primaria abierta, ¿por qué razón se va a impedir que los comunistas apoyen a un candidato o propongan uno propio?Si los comunistas creen que es mejor que en una elección gane un candidato demócrata cristiano, ¿habría que impedir que ellos apoyen o rechazar sus votos? En 1989 los comunistas apoyaron a Aylwin. Y no hubo príncipe que se incomodara.
Si se construye un sistema en Chile que electoralmente impide el acceso de una parte de la ciudadanía a los cargos de representación, me parece que es un deber de los DC abrir un espacio para que todos puedan acceder. No tengo que estar de acuerdo con ellos, sino ser un demócrata convencido. Porque ser demócrata no es sólo intentar ganar, sino sobre todo, respetar a las personas y permitir que las agrupaciones que reúnan a un número importante tengan derecho a intervenir en la vida social y política. Y eso lo debemos hacer hasta dar la vida por los derechos humanos.
Hacer alianzas para cuestiones concretas en materia legislativa no parece ser ni siquiera reprochable, en la medida que ello no incluya transacciones a los límites de la ética partidaria y de la doctrina que sustenta cada organización.
Si la concertación ha podido concordar muchas cosas con los que fueron partidarios de la dictadura y que tuvieron expresiones de adhesión o responsabilidades cuando los gobernantes de facto violaban los derechos humanos (el senador Fernández Fernández era ministro del Interior de Pinochet y sin embargo hubo acuerdos con él y nadie se escandalizó), ¿por qué no hacerlo con quienes tienen como pecado principal apoyar dictaduras en otros países?
Las distancias ideológicas a veces son muy grandes, pero ello no impide que las personas e instituciones puedan llegar a acuerdos. Más bien es al revés: cuando las instituciones son ideológicamente sólidas y claras y las diferencias son suficientemente grandes, el espacio de acuerdos concretos se amplía, pues no hay temores de confusiones o de ocupar unos las banderas de los otros.
Surgen otras preguntas: ¿por qué el miedo a los comunistas?¿Por lo que hicieron en Rusia, Hungría, Checoslovaquia?¿Y estos comunistas chilenos no serán más parecidos a los comunistas italianos o a los franceses?Porque así parece ser, ya que la trayectoria de los comunistas chilenos, al menos mientras hubo democracia, fue respetuosa de la ley, hasta el punto de haber logrado pactar con el gobierno de Jorge Alessandri, por ejemplo, seis años sin conflictos sociales o haber sido el más conciliador (sin exagerar) en la época de Allende, cuando el MAPU de Bruner o PS de Núñez eran mayoritariamente partidarios de la vía armada.
Una pregunta más: ¿A algún empresario derechista y anti comunista le ha sido difícil hacer negocios con China, un país abiertamente dictatorial, comunista y violador de los derechos de las personas?
Dejémonos de fantasmas y que cada uno avance con sus propias ideas. Lo que sucede es que están tan desdibujados los partidos en esta “democracia aparente”, que pareciera no haber muchas ideas y hay que mirar puras caricaturas.
No habrá en Chile gobierno comunista, aunque un gobierno pueda tener ministros comunistas.