El objetivo central de cualquier sociedad es alcanzar el mayor bienestar posible. Si bien esa meta se discute poco, surgió la necesidad de cuantificarla, para los efectos de poder hacer comparaciones en el tiempo y contrastarla entre diferentes países. Así, se llegó a la elección del Producto Interno Bruto (PIB) como el mejor indicador de una síntesis de las principales variables involucradas. Sin embargo, también ha sido objeto de críticas debido a sus limitaciones, pues esconde las complejidades de su composición, entre ellas, las desigualdades que pueden existir en la sociedad.
En Chile, el tema ha tenido una creciente importancia.Si bien en 20 años el PIB del país progresó de manera notable, la población da signos ostensibles de insatisfacción y malestar. Ello se ha hecho notorio especialmente los últimos tres años, dejando en evidencia las carencias del indicador y, más importante aún, los objetivos principales que ha elegido el país.
Este asunto no sólo ha preocupado a Chile, sino también a otros países que han comenzado a mirar la experiencia de un país asiático pequeño y lejano: Bután.
Este país montañoso y boscoso, hasta hace poco aislado y desconocido, comenzó su transformación con el establecimiento de una monarquía constitucional, donde el parlamento es elegido por votación popular desde 2007.
La reforma más importante fue el establecimiento de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) como el principal objetivo nacional, superando los tradicionales fines puramente materiales. Incluso se realizan intentos de medición, a través de los siguientes factores: bienestar psicológico, salud, educación, buen gobierno, vitalidad de la comunidad y diversidad ecológica.
Con estos cambios, Bután ha dado origen a un nuevo modelo de desarrollo, basado en la búsqueda de la felicidad individual y del principio del camino intermedio (donde los avances materiales se complementan con lo espiritual). De allí que la FNB debe sostenerse en cuatro pilares que deben inspirar cada política de Gobierno: un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo; la preservación y promoción de la cultura; la conservación del medio ambiente y el buen gobierno.
El elemento más valioso de esta experiencia es que ha puesto la atención general de muchos países, desarrollados y en etapas intermedias, en estos aspectos que forman parte del bienestar social, más allá de los elementos puramente productivos. Incluso varias instituciones y especialistas lo han incluido en sus preocupaciones, la búsqueda de concepciones menos reduccionistas que las habituales.
La estrategia que sigue el país es de largo plazo y busca el equilibrio entre las metas que se ha planteado. A pesar que su nivel de vida todavía es relativamente reducido, mantiene la prioridad en la conservación del medio ambiente, aunque le signifique costos económicos apreciables.
Por ejemplo, la importancia asignada a la forestación y la prioridad asignada a la construcción habitacional en madera, con normas exigentes en la conservación de un estilo arquitectónico armónico, o las exigencias ambientales en la producción de alimentos orgánicos que por su naturaleza tienen un mayor costo.
Con el turismo aplicaron los mismos conceptos y recién en la década del 70, Bután aceptó el ingreso de turistas extranjeros pero, con el objeto de evitar el deterioro del medio ambiente y preservar sus tradiciones culturales, optó por limitar radicalmente el número y calidad de los visitantes. Para ello, establece cupos periódicos que licita entre las agencias turísticas, de cuyas tarifas el Estado percibe el 30%.
Además, el Gobierno establece las áreas geográficas en que los extranjeros pueden desplazarse. De esta manera, se evita la llegada masiva de “mochileros” que dejan pocos recursos en el país y pueden causar algún deterioro al medio ambiente, tal como ha ocurrido en Nepal y algunas zonas de la India. Lo que nos hace pensar en situaciones y problemas que experimentan zonas de Chile en extremo atractivas, únicas y –también- vulnerables, como Isla de Pascua y Torres del Paine.
Chile, un caso de crecimiento con malestar
Ya a fines de la década de los noventa se observó que junto al rápido crecimiento económico, la población manifestaba una profunda insatisfacción por su calidad de vida. En los últimos tres años el fenómeno ha continuado; en términos de incremento del PIB y de empleo, Chile ha mejorado. Sin embargo, la popularidad del Gobierno es muy baja y surgen continuos movimientos de protesta, no solo de los estudiantes.
El cuestionamiento al actual “modelo” de Desarrollo hace necesario reflexionar sobre cuáles son los elementos que han generado esta reserva y los nuevos componentes que es necesario incorporar al proceso.
Algunos elementos que reflejan la insatisfacción ciudadana ya aparecen claros. La desigualdad existente en la sociedad, unida al sentimiento de abuso y de discriminación que caracteriza a Chile, agravada por la notoria concentración del poder y la riqueza; el individualismo extremo que se ha incorporado como un valor distintivo del actuar social y que contradice los componentes de solidaridad que fueron penetrando por largos períodos históricos; el consumismo, especialmente de bienes materiales, que se complementa con los factores anteriores.
Sin lugar a dudas, Chile ha tenido un enorme progreso, que le ha permitido elevar el nivel de vida de sus habitantes y erradicar significativamente la extrema pobreza, pero aún está en una etapa intermedia de su camino al Desarrollo y los elementos anteriores constituyen escollos demasiado importantes si se quiere seguir en la senda del progreso y del bienestar social.
Para enfrentar el estancamiento no solo deben encararse las trabas y obstáculos que se han ido acumulando, sino revisar los objetivos y metas que permitan avanzar a etapas superiores de progreso, especialmente porque los nuevos elementos ya están incluidos en la cultura actual. No es fácil incorporar en la vida social y en las motivaciones económicas otros valores, tales como la equidad, el respeto ciudadano, la austeridad y la consideración de los derechos personales de los otros.
Así como Aníbal Pinto planteó como la principal causa de que Chile fuera “un caso de Desarrollo frustrado” al desajuste entre el rápido progreso del desarrollo social en relación a un lento crecimiento económico, medio siglo después podemos estar llegando a una fase en que se podría dar la situación contraria, rápido crecimiento del PIB y lento progreso social. Si así fuese, estaríamos nuevamente ad portas de una etapa de Desarrollo frustrado, es decir, la mediocridad.
Leer versión extendida en: http://www.asuntospublicos.cl/2013/05/producto-interno-bruto-o-felicidad-nacional-bruta-el-ejemplo-de-butan/