Un profesional, que gana más de 100 millones de pesos mensuales, tiene que saber enseñar a mejorar el finiquito que echa de menos en sus jugadores y que ha sido el principal déficit del equipo en el torneo local y en la Copa Libertadores. ¿Será capaz de solucionarlo antes de jugar en el decisivo encuentro por la Copa con Olimpia, el jueves en Santiago ?
Los entrenadores de fútbol o directores técnicos o “profes” como se autodenominan, tienen la fortuna en casi todo el mundo, de que no se les exige para entrenar otro antecedente que haberlo sido con anterioridad o haber jugado profesionalmente o cuando más la presentación de un certificado expedido por su país, que lo acredite como tal, salvo si procede de Argentina, donde basta para ser DT un cursillo de un par de meses y hasta uno por internet.
En Chile, existe el INAF, que otorga este título, después de varios semestres de estudios. Entre los que destacan hoy José Luis Sierra, Pedro Reyes en Unión Española, y Héctor Robles en Wanderers.
Pero poco o nada se sabe de los estudios de Labruna y Gallego, que estuvieron en Colo Colo y hoy con Darío Franco en la “U”. Este convenio con Argentina es el que ha permitido que los clubes chilenos estén casi todos dirigidos por argentinos.
Lo único que se sabe de Franco como entrenador es que lo era de Instituto de Córdoba, de estudios y títulos o cursos, nada. Lo que no impidió que Universidad de Chile lo contratara con un “sueldito reguleque” de 400 a 600 mil dólares al año a él y su cuerpo técnico ,ayudante y profesor de Educación física. El 80% de estos dólares son generalmente para el jefe o DT, vale decir 400 mil, que mensualmente se traducen 30 a 33 mil dólares y en pesos chilenos llegaría aproximadamente a unos 14 millones mensuales, sin contar los premios por partido ganados o ubicación en los torneos, un sueldo que no recibe ni el rector de la Universidad. Si azul- azul lo quiere pagar, allá ellos y los accionistas.
Pero nadie puede hacer clases, si no tiene un método de enseñanza, que permita transmitir sus conocimientos a sus alumnos y si no sabe resolver los problemas que se presentan al equipo y los jugadores.
La explicación principal que dio Franco después del pobre y angustioso empate a uno que consiguió ante Cobreloa, jugando en su cancha (Estadio Nacional) ante 15 mil de sus hincha,es que “estaba contento como jugó el equipo y que falló sólo en el finiquito, que es fácil de conseguir”.
No era difícil fallar en el finiquito y lograr goles si como centro delantero pone a Ramón Fernández, adquirido en casi dos millones de dólares para jugar de mediocampista y preparar goles a los delanteros y deja fuera a J.Duma y Nicolás Maturana, quienes apenas entraron hicieron intervenir y oponer en dificultades al arquero Palos: si saca al joven y talentoso Sebastián Martínez, que empujaba a su equipo e intentaba vencer a Palos y lo reemplaza por Videla, que apenas en dos ocasiones pasó mitad de cancha y deja en cancha a César Cortes, a quien llenan de posibilidades los mediocampistas y pocas veces acierta.
Lo dramático es lo que pueda suceder mañana por la Copa Libertadores, cuando la “U” enfrente a Olimpia de Asunción que los goleó 3-0 en Paraguay y llega como puntero del grupo, con un punto más que los azules. No cabe duda que pondrán a todo el equipo en defensa, para sacar el punto que le signifique seguir en carrera y prácticamente eliminar a los universitarios.
No hay ninguna seguridad que lo consiga, pese a lo fácil que dice Franco, cuando los universitarios no pudieron ganar a Newell’s Old Boys de Rosario, a quien habían superado en Argentina y vinieron a defenderse.
¿Cuál será la fórmula que elaborará para conseguir una mejoría en el finiquito de sus jugadores, que con dificultad, salvo un par de ocasiones no han podido marcar muchos goles en el torneo local?
En la Copa en 4 partidos sólo han logrado 4 goles. Primero tiene que hacer jugar en su posición a los mejores y luego buscar la manera que reciban con ventaja de sus defensas o que los mediocampistas se atrevan a disparar desde fuera el área. Esta es su tarea y si lo consigue habrá que felicitarlo.
De lo contrario, si no alcanza a mejorar algo tan fácil, como él mismo reconoce, no vale la pena que se sigan gastando tantos millones, en un profesor, que no sabe hacer su tarea.