01 mar 2013

¿Pero, van a tener trabajo?

En los medios de comunicación, escritos, audiovisuales, virtuales se hacen múltiples notas sobre el retorno económico que implica estudiar ingeniería en minas, metalurgia, geología o alguna carrera técnica ligada al sector.

Se informa que ganan más que los egresados de medicina, derecho, pedagogía, y como en estos tiempos el dinero manda, la cantidad de jóvenes que postula cada año a las universidades supera ampliamente la oferta académica.

En lo concreto, desde 2002 hasta el 2011 la fuerza de trabajo en el sector creció en un 98%, desglosándose la cifra de la siguiente forma: empleos indirectos 532 mil, contratistas 135 mil y trabajadores propios 62 mil.

Estamos viviendo un ciclo del cobre como pocas veces, con un precio sostenidamente alto y que, por el momento, no tiene visos de bajar, al menos no en forma relevante. El ciclo está acompañado, como es lógico, por buenos sueldos para quienes se desempeñan en la minería del cobre

Instalado este hecho, observamos con atención, pero también con preocupación la proliferación de casas de estudios que ofrecen carreras ligadas a la minería, especialmente cuando hemos visto una crisis de la educación superior originada por la sombra de la duda que arroja el actual sistema de acreditación.

Recientemente el Colegio de Geólogos llamo la atención por el creciente número de universidades que imparten su carrera, denunció la falta de infraestructura y que incluso algunos directores de carrera no tenían la profesión. En pocos años, las universidades tradicionales en esta materia, más siete privadas entregarán al mercado profesional la misma cantidad de geólogos egresados en 50 años. La situación se traslapa sin problemas a la ingeniería en minas.

La carrera, entregada hasta hace poco por algunas universidades del CRUNCH, ahora es parte de “la oferta” de muchas privadas algunas de las cuáles no merecen ningún comentario respecto a su seriedad, sin embargo, siempre existen excepciones.

Hace pocas semanas, el Instituto de Ingenieros en Minas de Chile, entregó un reconocimiento a los más de 200 egresados de las universidades de Chile, Santiago y Católica.

En la oportunidad hizo uso de la palabra en representación de los jóvenes colegas, un profesional joven de la Universidad de Chile y su mensaje no dejó de llamarnos la atención gratamente. Se refirió al sacrificio que demanda la carrera, llamó la atención a las universidades sobre la preparación de los profesionales y afirmó que tras el esfuerzo de sacar una carrera exigente como Ingeniería en Minas hay mucho más que el logro final de obtener un buen sueldo, está el amor por la profesión y la aceptación de los sacrificios que ella implica.

Y ¡vaya que son fuertes esos sacrificios! Están los sistemas de turnos, alejamiento y formación de familias, vidas en “los cerros”, donde se forma una camaradería que ninguna diferencia puede romper.

Junto a esto es necesario tener presente cuáles son las más importantes brechas que existen en la fuerza laboral requerida en minería, y éstas se encuentran en los operadores de equipos móviles, mantenedores y operadores de equipos fijos.Les siguen los supervisores de mantenimiento y, profesionales de mantenimiento.

Brechas menores se prevén para los supervisores extracción mina y los profesionales de procesamiento. Y, lo importante, no se proyectan brechas para los profesionales de geología, los profesionales de extracción mina, los analistas de procesos extracción y los analistas de procesos planta.

La inversión prevista para los próximos 8 o más años en minería supera los 100 mil millones de dólares, pero se trata de una proyección optimista, ya que en la práctica son varios los proyectos que se están encontrando con diversas dificultades para llegar a puerto: falta de energía, problemas con el agua y, lo más relevante, la acción y presencia de comunidades empoderadas que no aceptan la instalación de obras que dañen su patrimonio físico o cultural.

En los hechos, proyectos por no menos de 22 mil millones de dólares se encuentran paralizados.

Con esta nueva realidad, la oferta indiscriminada de carreras universitarias y técnicas ¿está fundada en un estudio acabado y actualizado de la realidad minera?

A mi juicio no, por ello es dable la pregunta que encabeza estas líneas ¿habrá trabajo para todos ellos?

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  • Juan Pablo Vargas

    El campo laboral y las expectativas de los futuros Ingenieros en Minas se verá mermada debido a la sobre oferta de profesionales, que se generará de aquí a unos 8 años, y esto será producto de la cantidad de Universidad que dictan y dictarán carreras ligadas al área. Es preocupante, por otro lado, ver que la actividad educacional se regula sólo por el mercado, y además que no existen instancia que muestre la realidad de la situación.

  • http://twitter.com/rinostrozag Ruben Inostroza

    En esta columna se asoman distintas dimensiones que arrojan tantas interrogantes como incertidumbres.

    Es cierto que en la actualidad hay una fuerte presión del sector minero por disponer de capital humano calificado para dar cuenta del conjunto de inversiones del sector minero en los próximos 10 o 15 años. Lo cierto es que la información no da cuenta de la diferenciación que implica la construcción de un proyecto minero y su posterior operación.

    También es cierto, que Chile ha bajado importantes lugares en los rankings relacionados con lo atractivo que resulta el país para invertir en nuevos proyectos mineros, situación preocupante por cuanto en los dos últimos años, el descenso implica desde el lugar 8º a nivel mundial al 23. Preocupante por cuanto Chile siempre ha estado en los primeros lugares de los diversos rankings. Impactará, no se sabe a ciencia cierta en su cuantía, los problemas energéticos, de disponibilidad de agua y por cierto de la judicialización de determinados proyectos. En esto falta una definición a nivel de país en relación a factores que terminan siendo críticos no sólo para la minería sino que para el conjunto de los sectores productivos del país.

    Lo primero, es el predominio del mercado respecto de la oferta del sistema de Educación Superior (integrado por Universidades, Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica), entendiendo a la Educación como un factor de movilidad social importante.

    Cuando desde la propia autoridad (Mineduc) se plantean situaciones tendientes a orientar al futuro estudiante y se utilizan dentro de otros factores lo relacionado con ingresos futuros, naturalmente tiende a distorsionar el comportamiento de la demanda (estudiantes) en función de los ingresos que “probablemente” podrían recibir al momento de egresar. Esta situación resulta insana desde el punto de vista de que la orientación economicista tiende a cooptar las opciones reales de desarrollo profesional de los jóvenes y sus familias (que son muchas veces las que se terminan endeudando para financiar los estudios). Cuando se habla de Educación de Calidad, esta no se limita sólo a un factor (el económico)

    Lo segundo es la falta de comunicación y de sintonía entre los diversos sectores productivos (en esta caso la Minería) y el sistema de Educación Superior. Esto contribuye a disminuir las asimetrías de información entre ambos sectores y poder definir ofertas acotadas, planes de estudios actualizados, y por cierto anteponer un sistema educacional basado en la calidad por sobre el mercado y sus lógicas que pueden repercutir en una sobre oferta del sistema que no termine beneficiando en lo absoluto a nadie.

    Un tercer elemento no menor tiene relación con un factor que se ha desperfilado en los últimos años, producto de las lógicas mercadistas y que tienen relación con la Orientación Profesional, así con mayúscula. La labor de discernir adecuadamente el futuro profesional y laboral asociado a una carrera profesional o técnica. Es decir, incorporar los elementos que implican un ejercicio profesional determinado. Trabajar en altura sobre los 2.500 metros, sistemas de turnos complejos y exigentes y otras exigencias que implica desempeñarse “en los cerros” por cierto tiene consecuencias personales, familiares, del sentido de la vida para lo cual las personas no se sienten preparadas adecuadamente y de lo cual el sistema educacional en su conjunto debe hacerse cargo en la actualidad y mirando hacia el futuro.

    Finalmente, es preocupante que a pesar de todo lo que se ha discutido en los últimos años respecto de los procesos de ACREDITACIÓN los planteles de educación superior hagan la vista gorda y nuevamente insistan en abrir nuevas carreras aprovechándose de situaciones coyunturales que no se condicen con miradas de largo plazo al respecto. Evidentemente, no se pueden meter todos en el mismo saco, pero por cierto existen situaciones que pueden llamar la atención por la forma y por el fondo con el cual han acudido al llamado efectuado desde la industria por la preocupación que existe para los próximos años.