Este 22 de enero se cumplen 31 años de la muerte del ex Presidente Eduardo Frei Montalva. Su vida fue la historia de una generación, de un pensador capaz de soñar realizaciones y concretarlas y de un hombre que asumió plenamente las responsabilidades públicas que la ciudadanía le otorgó.
Desde muy joven, entendió que la solución a los males que aquejaban al país era impulsar una revolución verdaderamente humanista y motivada por el cambio social, la que sólo podía llevarse a cabo en una sociedad democrática por medio de un movimiento político con un claro y preciso programa de acción social y económica. Así fue como forjó un partido humanista cristiano, primero con la Falange Nacional y luego con la Democracia Cristiana.
Definidos el objetivo y el instrumento, Frei se puso al servicio del país como ministro o como parlamentario. No fue fácil ese camino. Junto a sus camaradas fue duramente combatido por las más diversas razones, pero él jamás transó sus ideales, fue fiel a su ideario y gustara o no siempre tuvo definiciones claras ante la realidad nacional y mundial.
Esa consecuencia fue reconocida por el pueblo de Chile. Lo que comenzó como un pequeño grupo de “jóvenes idealistas”, como los tildaron sus más acérrimos críticos en un principio, terminó convertido en un movimiento de enorme arraigo popular.
Así, en su segundo intento, Eduardo Frei llegó a la Presidencia de la República, ganando con una abrumadora cantidad de votos. El suyo fue un gobierno de realizaciones. Todo comenzó con un programa. Era la primera vez en la historia de Chile que antes de llegar a La Moneda se preparaba un programa de carácter nacional, en cuya preparación participaron personas de todas las especialidades: agricultores y campesinos, ingenieros y mineros, mujeres, jóvenes, abogados, médicos y expertos en relaciones internacionales, entre tantos otros.
Una vez en el poder, su desafío central fue producir una transformación que alcanzara simultáneamente un desarrollo económico y un desarrollo social y participativo, vigoroso y sostenido. Reforma agraria, educación, construcción de habitaciones para obreros, chilenización del cobre, aumento de las exportaciones, programa de salud, promoción popular, reforestación, salarios concordantes con el aumento del costo de la vida y tantas otras iniciativas, fueron llevadas adelante sin dudas ni transacciones.
También trabajó intensamente por el ideal de la unidad de América Latina, el sueño que alienta en la historia regional desde la misma independencia, y que sigue siendo tan esquivo.
La obra de su gobierno fue contundente como pocos. De ahí el reconocimiento internacional de que fue objeto y del cariño y gratitud de cientos de miles de chilenas y chilenos que por primera vez en sus vidas se sintieron parte de este país.
Los últimos años de su vida fueron angustiosos. Sufrió al ver como Chile perdía su democracia y como la lógica del entendimiento cedía ante la lógica del enfrentamiento. Durante toda la etapa que le tocó vivir de la dictadura, no perdió oportunidad para alzar la voz y exigir la pronta redemocratización del país y el respeto a los derechos humanos.
Eduardo Frei Montalva pagó muy caro su coraje y consecuencia. Todos sabemos lo que ocurrió. Chile tiene una deuda con él y mi familia ni yo vamos a descansar hasta que quienes lo mataron vayan a la cárcel. No voy a aceptar que se interpongan nuevos obstáculos para que se haga justicia, ni en este ni en cualquier otro caso de violaciones a los derechos humanos.
Esto, entre otras cosas, significa que en mi rol de senador me opondré siempre a que jueces partidarios de la impunidad pasen a integrar la Corte Suprema. No habrá acuerdo ni negociación ni nada por el estilo que me haga cambiar de opinión. Este es un asunto de convicciones. Se lo debo a la memoria de mi padre y a la de todos aquellos compatriotas que fueron asesinados por los organismos de seguridad del gobierno militar.
Han pasado más de 30 años de su partida y más de tres desde que la Corte Suprema acreditó la participación de terceros en su muerte.Seguimos esperando que se haga justicia. Sé que no es fácil. Pero así como en otros tantos casos similares, tarde o temprano los partidarios de la impunidad deberán rendirse ante el poder inclaudicable de la verdad.
Tras morir Eduardo Frei Montalva entró por la puerta grande a la historia de nuestro país. Lo hizo para enriquecerla con su nobleza, con su sabiduría y con su amor inquebrantable por Chile.
La figura de mi padre permanece con nosotros. Es la figura de un gran republicano que fue capaz de mostrar en vida que los actos de un hombre pueden ser ejemplo de entereza, dignidad y virtud.