Jaguares de Latinoamérica, el apodo con el que nos hacíamos notar por allá por los años 90’ y el cual muchos chilenos aún hacen alusión cuando se habla de la solidez de nuestra economía.
Y como no creernos el “Titanic Económico” de Latinoamérica, si lideramos rankings de confianza, de inversión y de libertad de mercado a nivel regional. Sin embargo, como ya se vio en la película protagonizada por Di Caprio, ni los más afamados barcos son tan sólidos si es que su tripulación, bajo la responsabilidad de su Capitán, no se adelantan a los hechos y no observan los icebergs y la niebla que se presentan el camino.
Es así como Chile y sus autoridades, en medio de una reputación internacional admirable a nivel económico, están haciendo vista gorda a la baja del tipo de cambio que afecta a un sector importante de nuestra economía. Ya son meses los que llevamos con una tasación del dólar que para muchos no hace rentable su negocio.
Tal como el Titanic, cuando el agua inunda, sólo se salvan los de mayor alcance económico, mientras que los menos acomodados, corren fatídica suerte, así como en la realidad nacional, donde las empresas de los grandes sobreviven y las pymes se ahogan.
No esperemos ver cuerpos flotar, actuemos antes, ahora ante la urgencia con una medida rápida y eficaz, pero también preveamos el futuro de nuestros exportadores a través de una planificación que escuche a todos los afectados y que, a su vez, genere una política para el sector exportador y un organismo estatal dedicado al tema, como por ejemplo, la tan solicitada por diversos gremios, Subsecretaría de Comercio Exterior.
Los datos de baja de competitividad de nuestro sector son catastróficos, llegando a disminuir nuestra capacidad de competir en un 40%.
Dejar que los niveles de competitividad del sector exportador sigan disminuyendo, aparte de ser una indolencia de parte de nuestras autoridades, podría traer consigo diversas consecuencias para nuestra economía nacional, las cuales se pueden evitar desde ya tomando las medidas pertinentes.
Son años ya los que llevamos solicitamos medidas de fondo y no “parches”, pero ningún capitán asume la responsabilidad de la demanda y es así, como cíclicamente vemos como grandes empresas navegan con suerte en ese mar turbulento de las exportaciones y, también como pequeñas embarcaciones se las lleva la corriente sin tener la oportunidad de salvación.