Después de una tortuosa pasada por el parlamento de la República ha sido aprobada una nueva ley que restringe el consumo de tabaco en espacios cerrados y abiertos, recogiendo toda la experiencia mundial y el clamor local por avanzar en proteger la salud de los chilenos. No fue una tarea fácil y como réplica queda una disputa entre el ministro de Salud Jaime Mañalich y los diputados oficialistas de la UDI sobre el descarado cabildeo de las tabacaleras a través de agencias en contra de la ley según declaran el Presidente de la Cámara, diputado Nicolás Monckeberg y el diputado por Coquimbo, Pedro Velásquez.
Señoritas anónimas o conocidas efectuaron llamados de presión sobre los honorables para recordarles los daños para la economía agrícola y gastronómica, la inconstitucionalidad de la legislación y su atentado a las libertades individuales y la autonomía de las personas frente al Estado. Nada nuevo, todo viejo como la humanidad.
El ministro de Salud ha declarado que está dispuesto a ir a una sesión especial a dar detalles de cómo se ha desenvuelto el lobby en esta ley y en un acto de valentía ha puesto sobre la mesa los antecedentes que justifican esta ilegítima presión sobre nuestros soberanos congresistas y sobre él mismo. Yo podría acompañarle con algunas anécdotas de mis tiempos ministeriales en la restauración de la democracia y posteriores en mis tiempos académicos.
Hicimos desde el ministerio de Salud una modesta propuesta de agregar sonido a la advertencia de la publicidad televisiva de los años 90: “Advertencia : el tabaco puede ser dañino para su salud”, que era silenciosa. La norma era darle una voz que reforzara el tímido y mudo mensaje. El decreto fue firmado por el Presidente de la República, Aylwin, el ministro de Educación, Lagos, el ministro de Economía, Ominami y el ministro de Salud, Jiménez.
Misteriosamente pasaron más de seis meses y el decreto no se publicaba en el diario oficial. Hasta ahí no más llegó el empeño de mi gestión anti-tabaco: no había piso político diríamos hoy.
Tiempo después el Ministro de Gobierno asumió asesorías importantes en la Compañía Chilena de Tabacos. Posteriormente otros ex ministros de la Concertación han sido miembros de su Directorio, bien pagados me imagino. No lo hicimos bien durante los años de la Concertación en esta materia.
En mis años académicos más recientes he sido testigo del desparpajo de los ejecutivos tabacaleros para explicar sus estrategias de mercado. Un joven de apellido López me explicaba que ellos estaban contentos con el 40% de población adicta y que no querían aumentar su cuota de mercado. Que en una concesión graciosa al daño del tabaco combustible o inhalado, estaban desarrollando tabaco masticable que podía atenuar los efectos respiratorios a la vez que calmar la ansiedad de la adicción con la colaboración de científicos suecos. Y con una patudez digna de mejor causa me invitaba a un “seminario” para escuchar a estos técnicos.Notable corrupción la suya le dije. Después supe que el seminario, técnico y de alto nivel me imagino, se realizó en la escuela de negocios Adolfo Ibáñez.
El tema del uso y la prohibición progresiva del tabaco es un tema moral, de sobrevivencia, de protección a la vida. No se puede estar contra el aborto y a favor del tabaco.
Adelante Ministro Mañalich, cuente con mi apoyo.