La formulación de cargos contra un grupo de uniformados en retiro del Ejército por el asesinato del músico, compositor e intérprete, Víctor Jara, viene a revalidar el antiguo aforismo jurídico, tan repetido pero tan difícil de alcanzar, que señala “la justicia tarda pero llega”.
Esta decisión, del Sr. Ministro Miguel Vásquez, tiene un significado muy profundo, desmiente aquello que criterios escépticos han reiterado porfiadamente, esa afirmación amarga que plantea que en Chile solo hay impunidad. No es así.
La acción de los Tribunales ha permitido encauzar y encarcelar a varios de los autores de las atrocidades más crueles de los años de la dictadura, aunque hayan existido figuras de la derecha que homenajeen a alguno de ellos en sesiones de intercambio de delirios acerca de la grandeza del dictador y sus organismos represivos.
Esos increíbles panegíricos no guardan relación con la condena histórica de la nación chilena hacia quienes asolaron el país, ejecutando personas indefensas, estableciendo las bases de un régimen sostenido, esencialmente, en la represión y la violación de los Derechos Humanos.
En Chile hoy el juicio ciudadano no admite dudas: no hay razón alguna, ni de régimen político, ni de sistema económico, ni de orden religioso que pueda justificar la violación de los Derechos Humanos y se condenan sin excepción los crímenes de lesa humanidad.
Quienes pudiendo entregar un mínimo antecedente acerca de la vida de una persona, de las circunstancias en que murió o como lo hicieron desaparecer no lo han hecho, cometen una severa falta no con los juicios en sí mismos, sino que con la patria chilena en su ser profundo, ya que toda verdad y una nueva gota de justicia, siempre ayudaran a cerrar una herida y avanzar en fortalecer éticamente el alma de la nación.
Del drama del asesinato de Víctor Jara se reafirma una vez más la inaudita crueldad y la sinrazón de acabar con la vida de una persona por sus ideas, se condena nuevamente la monstruosidad de liquidar una inteligencia singular y una existencia llena de energía por ser de izquierda, sea comunista, socialista o porque se asume la teología la liberación. Hay que decirlo hasta el cansancio: a nadie se le puede quitar la vida por lo que piensa.
Ante esta acción de la Justicia chilena, cobra toda su validez que todos los chilenos y chilenas podamos proclamar: Nunca más.